Extremadura, tierra de dehesas infinitas y pueblos auténticos. Heno cosas normales en Extremadura que llaman la atención a quien llega de otras comunidades y que reflejando un modo de vida característico. Aquí van diez de esas singularidades que nos permiten conocer mucho mejor esta región acogedora y natural.
Costumbres y hechos curiosos que son normales en Extremadura, pero no tanto en otras partes de España
Ponerle pimentón a casi todo
Son muchos los productos de la cocina extremeña que han conquistado los paladares de medio mundo, pero uno de los más reconocidos es el Pimentón de la Vera. Su delicioso sabor ahumado y lleno de matices. tiene reconocimiento internacional, por eso no sorprende que sea una de las claves de la gastronomía de la región. Las migas, la caldereta, el queso… todo sabe mejor con un toque de este pimentón mágico.
Dos provincias, tres capitales.
En España, solo Galicia comparte con Extremadura el hecho de tener una capital autonómica que no es capital provincial. En el caso extremeño, hay que reconocer que la rivalidad entre Cáceres y Badajoz tuvo algo que ver con que hubiera que buscar una alternativa. La vieja ciudad romana de Méridapese a ser bastante más pequeña que las otras dos, ha ejercido de capital desde el principio de la autonomía, y su centralidad y esplendoroso pasado la han revelado como una opción acertada.
Quejarse de los trenes
Si hay algo que pone de acuerdo a todos los extremeños son las quejas relacionadas con los trenes en la región. O, más exactamente, con La escasez de los mismos. En Extremadura no existen los trenes de cercanías, ni la alta velocidad ha conseguido implantarse aún tras muchos proyectos. Existen líneas que articulan los principales puntos de la región, por supuesto, pero hay otras que han desaparecido (a veces reconvertidas en magníficas vías verdeseso sí) y otras que mantienen tramos del siglo XIX.
Llevar una colgada de bellota
La bellota es un símbolo de prosperidad y abundancia. que concentra la capacidad de la naturaleza para crear riqueza. En Extremadura, además de eso, tiene un vínculo claro con la dehesa que cubre gran parte del territorio, y con el modo de vida ancestral de estas tierras.
Por consecuencia, es fácil ver personas que llevan una bellata colgada, ya sea en forma de colgante de oro o plata, o bien como detalle que adorna una pulsera. Pocas cosas representan mejor la identidad extremeña.
Beber vino de pitarra
Invitar a tomarse un vino de pitarra puede desconcertar a quien no sepa lo que es. Pero vale la pena hacer caso y así conocer el vino artesanal típico de Extremadura. La pitarra era antiguamente una pequeña tinaja de barro, y en ellas han guardado las familias desde hace milenios el vino que producían en casa.
El auténtico vino de pitarra se hace con procedimientos manuales, y cada caldo tiene las propiedades que cada familia decide, pero es habitual que tenga más graduación que el vino convencional. En muchas localidades extremeñas se celebran concursos donde este vino delicioso es el protagonista.
«Lo mío es tuyo y lo tuyo mío»
Esta frase popular podría referirse a la generosidad del carácter extremeño, pero también tiene un sentido más preciso. En muchos pueblos de Badajoz existe el llamado Fuero de Baylío, una curiosidad jurídica por la que los matrimonios ponen en común sus bienes y los reparten en dos mitades en caso de divorcio.
Lejos de ser una antigualla, esta práctica ha sido respaldada por los tribunales y está recogida oficialmente. Otra curiosidad es que, fuera de Extremadura, solo existe en la ciudad de Ceuta.
Mangurrinos y belloteros
Si alguien de Extremadura habla de sus paisanos, es probable que se refiera a ellos como mangurrinos o belloteros. este es el apelativo con que se designa coloquialmente a los naturales de Cáceres y Badajozrespectivamente.
La explicación hay que buscarla de nuevo en la importancia de la bellota y la forma de las provincias extremeñas. Así, esa especie de casco que tienen estos frutos se denomina mangurria, y la provincia de Cáceres recuerda a ese casco por su contorno. Por eso sus habitantes son mangurrinos. Badajoz recordaría más bien al fruto en sí, por lo que son belloteros.
Hablar en casto
Es muy común oír a los extremeños referirse a su habla como «castúo», la forma del castellano típica de las provincias extremeñas. Lo reconocemos en cuanto alguien habla de un niño chiquininouna chica jovencita o cualquier otro diminutivo del estilo.
Sin embargo, en muchas zonas perviven rasgos del estremeñu, la lengua de raíz leonesa que no pone de acuerdo a los estudiosos. Y, aún más, en áreas muy concretas se hablan variantes del portugués, como la curiosa fala de Xálima. Una manera de conocer esta riqueza lingüística puede ser, por ejemplo, leer la traducción extremeña de algunos cómics de Tintín.
Ir a la playa sin pisar la costa
Ir a la playa no tendría nada de extraño, si no fuera porque Extremadura no tiene mar. A cambio, tiene fantásticas playas interiores gracias a los enormes embalses y pantanos con que cuenta.
En el norte, por su parte, el paisaje más abrupto permite disfrutar de magníficas piscinas naturales, a menudo instaladas en el curso de los numerosos ríos que surcan la zona. Ejemplos notables de estos paraísos naturales donde bañarse son la Garganta de los Infiernos, en el Valle del Jerte, o la playa de Orellana, que tiene hasta bandera azul.
Tomar licor de bellota
Y, para acabar, más bellas. Este fruto es tan importante que el licor que se hace con él, el delicioso licor de bellota, ha pasado a ser también un producto típico y Casi un icono de Extremadura.
Por suerte, no tiene el sabor amargo de las bellotas, sino que es un digestivo dulce y goloso. Todo un símbolo del gusto por los pequeños placeres de Extremadura.
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Autor: Fran Agudo
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