7 escapadas tranquilas para disfrutar del ‘slow travel’ en España

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¿Cantidad o calidad? Si hacemos caso del movimiento lentonos inclinaremos siempre por la segunda. Y el momento de planear un viaje no es una excepción: contra la tendencia a intentar abarcar muchos destinos en poco tiempo, la filosofía del viaje lento se centra en disfrutar el momento y conectar profundamente con una cargar, su culturasu gente y su entorno.

Ideas de escapadas para una vida más tranquila y auténtica

Los principios en que se basa esta filosofía de viaje tienen que ver con el ritmo pausado, la sostenibilidad, la autenticidad y la conexión. Para esos objetivos, los siguientes lugares son inmejorables.

Las Batuecas

sierra de francia
Sierra de Francia. | Shutterstock

Si hay una zona de España que ha quedado como símbolo de un mundo encerrado en sí mismo, es la de Las Batuecas. Tópicos aparte, lo que sin duda se ha conservado es un entorno natural fascinante, enmarcado en el Parque Natural Las Batuecas – Sierra de Francialleno de rutas entre montañas, pozas naturales y una arquitectura popular llena de encanto.

Además de lo agreste del paisaje, la zona de la sierra de francia cuenta con tesoros imperdibles como el santuario de la Peña de Franciacon vistas fabulosas, o pueblos tan legendarios como La Albercaque rezuma tipismo. Si hay tiempo, una excelente continuación es pasar a la comarca de Las Hurdesla hermana extremeña de esta región, y alargar la aventura por una tierra llena de maravillas.

la sierra de grazalema

zahara de la sierra
Zahara de la Sierra. | Shutterstock

El corazón verde de Cadiz es una puerta a una experiencia relajada y llena de pequeños placeres. El primero son las vistas, ya sean de los curiosos bosques de pinsapos o de los irresistibles. pueblos blancos que salpican la zona, cada uno con su historia y personalidad. El paisaje cambia despacio cuando recorremos la zona, y de pronto nos encontramos en algún rincón del que no queremos volver.

Pueblos como Grazalema, zahara de la sierra oh Setenil de las Bodegas hijo de los que roban el alma, todos ellos encaramados a sus riscos y desprendiendo carácter a raudales. No hay nada como meterse en algún bar tranquilo y dejarse llevar por las exquisiteces de la tierra, ya sean tapas, vino local o la peculiar fisonomía de las calles.

El Pallars

Pueblo de Jou, en Pallars Sobirà
Pueblo de Jou, en Pallars Sobirà. | Shutterstock

Aunque hoy día son dos las comarcas leridanas que lucen el nombre de Pallars, el nombre del viejo condado histórico sigue resonando como un único y poderoso reclamo para la vida auténtica. Partiendo de Tremp o La Pobla de Segur hacia el corazón del Pirineopodemos vivir uno de los itinerarios más apasionantes que cualquier amante de la montaña puede esperar.

A medida que el paisaje se vuelve abrupto e imponente, se suceden también pueblos con casas de piedra y nobles vestigios, con algunas sorpresas como el santuario de la Mare de Déu d’Arboló. No hay mejor guía que el río, la Noguera Pallaresa, que fluye junto a la carretera que conecta algunos de los pueblos más admirados de la región, como Sort, TírviaRialp o Llavorsí.

Formentera

Caló des Mort, Formentera
Caló des Mort, Formentera. | Shutterstock

Aparte del bullicio que caracteriza a las otras islas del archipiélago balear, Formentera es infalible para escapadas tranquilas protagonizadas por un Mediterráneo rutilante y el blanco esplendoroso de la arquitectura local. Con una población permanente que no llega a 12 000 personas en toda la isla, las extensiones de arena se pueden disfrutar con cierta intimidad durante buena parte del año.

La mejor manera de conocer la isla es el medio de transporte. lento por excelencia: la bicicleta. Un suave pedaleo nos va a revelar los preciosos rincones que alberga su geografía, lejos de toda prisa. Además, Formentera destaca por sus opciones de alojamiento. sustentable e iniciativas ecológicas que son el marco ideal para una visita responsable y consciente.

Los Ancares

Los Ancares Leoneses y Balouta
Los Ancares Leoneses y Balouta. | Shutterstock

La zona conocida por este nombre se reparte entre las provincias de León y Orensepero tiene un carácter inconfundible que ha quedado impreso tanto en su paisaje como en sus construcciones tradicionales. Los Ancares Leoneses se encuadran en una reserva de la biosfera de valor excepcional, un mundo al margen del tiempo, naturaleza en estado puro.

Sin embargo, la presencia humana en este rincón recóndito ha dado lugar a una de las más vistosas formas de arquitectura tradicional de toda España: las pallozas. En pueblos como balouta oh Piornedoencaramados en lo alto del monte, sobreviven fascinantes ejemplos de estos casas con tejado de pajaauténticas bellezas rurales que invitan a quedarse aquí.

Los pueblos blancos de Huelva

Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche
Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. | Shutterstock

Los pueblos blancos de la sierra de Huelva forman una constelación que enamora a quien la visita. Aracenael corazón de la sierra, deslumbra por su castillo medieval o la espectacular Gruta de las Maravillas, y puede servir de campamento base para explorar otros pueblos excepcionales. Alájarcontra sus casas blancas y vistas extraordinariases una muy buena opción, como también Linares de la Sierra, Fuenteheridos o Cortegana.

el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche está repleto de senderos que conectan pueblos a través de bosques de encinas, alcornoques y castaños, ideales para caminar a ritmo pausado, saboreando la naturaleza. Y si de saborear se trata, no hay que perderse el insuperable jamón ibérico de bellota, incluso visitando alguno de los secaderos para conocer su origen.

Las Tierras Altas de Soria

El municipio de Yanguas, en las Tierras Altas de Soria.
El municipio de Yanguas, en las Tierras Altas de Soria. | Shutterstock

Soria toda está repleta de posibilidades para escapadas rurales sensacionales, pero una de sus zonas más agrestes, admirables y poco frecuentadas es el noreste de la provincia, las Tierras Altas sorianas. A pie o en bicicleta, inmersos en el más profundo silencio, se puede llegar a algún hayedo garboso oa la orilla del río Cidacos, que forma alguna poza natural que merece una parada.

La vida en los diminutos pueblos de la zona transcurre tranquila, y una manera insustituible de comprender el modo de vida tradicional es hablar con los lugareños. En ellos, el tiempo parece detenido, y la suprema serenidad que reina invita a disfrutar de cada palmo de tierra. Como colofón, la carne local, los quesos o las deliciosas trufas son el mejor regalo que se llevará nuestro paladar.


Autor: Fran Agudo
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