El de los monumentos famosos es un mundo más dinámico de lo que parece: algunas piezas, por colosales que sean, llegan a recorrer grandes distancias. Otras, en cambio, se desplazan de manera más sutil, ya sea dando lugar a copias oa obras que atrapan el espíritu de alguna más célebre. Madrid tiene ejemplos de todos estos casos, ya veces bastante desconocidos.
Madrid como museo mundial: siete piezas internacionales
Varios lugares de Madrid dialogan de una manera especial con otras partes del mundo. Es un diálogo que va de la inspiración más o menos velada hasta el traslado piedra a piedra de ciertos monumentospasando por réplicas y fragmentos que nos acercan a otros puntos del globo sin alejarnos de la capital.
1. Los jardines del Palacio de Versalles
El mundo de Versalles, con su decadente corte entregada a placeres refinados, siempre ha ejercido una poderosa atracción fuera de Francia. En Madrid, hay dos jardines que destacan por la elegancia delicada de su diseñoclaramente inspirada en los de Versalles. El Campo del Moro y los Jardines de Sabatini recrean todo ese esplendor en sus cuidadas composiciones vegetales, llenas de perspectivas sugerentes.
Situado junto al Palacio Real de Madriden pleno centro, hijo una maravilla neoclásica de líneas geométricas, fuentes y estanques. Especialmente al atardecer, estos admirables jardines crean una atmósfera única, casi de ensueño, que tiene poco que envidiar a su modelo del país vecino.
2. La Fontana de Trevi
Italia ha sido seguramente el país que, por su rica tradición artística, más ha influido en los monumentos españoles. Un buen ejemplo es la fuente que sirve de homenaje al río Lozoya en la calle Bravo Murillo, a la altura del número 49. Aunque una valla nos priva de poder acceder a ella, es posible verla y viajar por un momento a la famosa fuente romana.
El conjunto es obra de Juan de Ribera Piferrer, que la diseñó en 1858 tomando una inspiración bastante clara de la Fontana di Trevi. La diferencia más evidente está en el uso del ladrillo del fondo, pero lo cierto es que los aires clásicos de las figuras aportan mucha elegancia a esta ‘Fontana madrileña’.
3. La Estatua de la Libertad
No todo el mundo sabe que Madrid tiene una estatua de la Libertad. Y no, no es una imitación de la neoyorquina, porque en realidad es diez años anterior. Este monumento madrileño a la libertad se inauguró en 1857, y era parte de un mausoleo en el antiguo cementerio de San Nicolás. Pero desde hace más de un siglo luce en el patio del Panteón de Hombres Ilustres, un conjunto que, a su vez, se inspira en el cementerio de Pisa y el campanario de Florencia.
La Estatua de la Libertad madrileña desprende poderío con su corona de rayos solares, su rostro sereno y la mano que empuña un cetro. El gorro frigio y un yugo desbaratado no hacen más que subrayar su carácter indomableuna fuerza que puede con todo. Esta libertad castiza tiene hasta un gato, animal libre donde los haya.
4. El muro de Berlín
El muro que dividió Berlín fue durante décadas todo lo contrario de la Estatua de la Libertad, pero la historia acabó por convertirlo también en un monumento a las ansias de liberación. Un fragmento original del famoso muro se alza en Chamartín, concretamente en el Parque de Berlín del barrio de Ciudad Jardín. Allí, rodeado por un estanque, lo que fue un simple muro destaca como un verdadero emblema.
el parque madrileño Contiene más guiños a la cultura alemana, como un busto de Beethoven o el oso que simboliza la ciudad de Berlín. En este agradable rincón verde de la capital, los fragmentos del muro lucen todavía las pinturas difusas que estamparon los berlineses, invitándonos a reflexionar sobre la historia reciente mientras disfrutamos de este remanso de paz.
5. El One World Trade Center
El imponente rascacielos de Manhattan, construido donde antes se alzaban las Torres Gemelas, impresiona un poco menos a quien ya conoce la Torre de Cristal de Madrid. La similitud entre los dos edificios es más que notable, con su forma que evoca un diamante. Lo interesante es que el edificio neoyorquino es posterior al situado en las Cuatro Torres.
La torre madrileña, aunque más pequeña que la americana, es el edificio más alto de españay su superficie enteramente acristalada ejerce como un espejo de los amplios cielos de Madrid. En todo caso, sirve de ejemplo de que a veces la inspiración va de España hacia el resto del mundo.
6. Europa entra en un parque
Además del Parque de Berlín, el otro lugar de Madrid que acoge fragmentos auténticos del muro es el Parque Europa de Torrejón de Ardoz, uno de los parques más curiosos de España. Sin embargo, si algo caracteriza a este parque son las 18 réplicas de monumentos europeosde todas las épocas y estilos.
La portuguesa torre de Belém, la Fontana di Trevi, la Puerta de Brandemburgo y muchos más emblemas del continente pueblan esta zona verde que es casi un parque temático, un lugar donde aprender sobre Europa gracias a los paneles explicativos que nos ponen en contexto. Más allá de eso, el parque es un fenomenal pulmón con millas de árboles, arbustos y flores, donde es un placer. hacer picnic o simplemente tenderse a leer, rodeados de cultura europea.
7. El Templo de Debod
Dejamos para el final el más famoso y espectacular monumento de los que Madrid ha tomado del mundo: el Templo de Debod. En este caso, viajamos nada menos que al Egipto antiguo, y no se trata de ninguna copia, sino de un templo egipcio original, trasladado piedra a piedra desde el país de los faraones.
El regalo del gobierno egipcio a España realizado en 1968 dotó a la capital de un lugar único en el que los misterios de la antigua civilización del Nilo se levantan ante nosotros con toda su atracción. El juego de luces y sombras de esta construcción, cuyos orígenes se remontan al siglo II a. DO., Nos sumergimos de lleno en un mundo etéreo y enigmático.muy especialmente durante el atardecer.
Autor: Fran Agudo
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