Cada día, los destellos del amanecer viajan sobre el espejo del mar y alcanzan las murallas de un castillo que descansa sobre una colina. Los tejados y las palmeras de Dénia adquirieron una película dorada, un ritual que ha visto el paso de los siglos y las civilizaciones, pero que aún no ha renunciado a su magia.
Los barcos zarpan rumbo al infinito Mediterráneo, que acarician los contornos de Dénia con sus suaves susurros. Visitarla significa comprender por qué esta ciudad de la Comunidad Valenciana ha servido de fuente de inspiración a innumerables artistas a lo largo de la historia. Significa asimilar su carácter, incluso degustarlo, si se decide vivir una experiencia completa y dejarse seducir por la deliciosa gastronomía de Dénia.
Al desentrañar sus sabores, que narran un vívido relato de murallas, culturas y paisajes, se descubre. una idiosincrasia en perfecta conexión con el entorno. Una crónica de manos hecha para izar velas, de brazos cincelados a base de recoger cultivos. Son enteras generaciones dedicadas al campo ya las labores de mar que han construido el palpitar de todo un pueblo y, de forma paralela, el alma de sus alimentos.
Un alma que se mantiene viva con el esfuerzo de sus gentes, pero también gracias a los ingredientes que regalan el paisaje dianense. Hijo productos locales obtenidos de forma sostenible que garantizan que la gastronomía de Dénia cuenta su historia en primera persona, con materias autóctonas de la mejor calidad. Respecto a este tema se puede citar la marca Bancalet, un sello que ayuda a identificar servicios y productos de cercanía y respetuosos con el medio ambiente.
Si nos asomamos a las aguas de Dénia, a las olas que rompen de forma sedosa en sus playas, obtendremos una primera noción de la cocina del lugar. Porque Dénia sabe a sal ya sol mediterráneo. A mariscos y pescados frescos que llegan en redes al puerto, a la famosa gamba roja de Dénia que se captura entre la misma ciudad y la isla de Ibiza.
De la espuma marina a los pétalos blancos de los almendros en flor, las fragancias de Dénia también tienen pinceladas de almendra. Estos árboles y su fruto salpican los lienzos de la Marina Alta, así como una interesante variedad de postres que se pueden disfrutar en la capital de la comarca.
Por su parte, la blanca flor de azahar inunda el aire con un delicado aroma cítrico. si que el paisaje de Dénia es también tierra de naranjosárboles de frutas brillantes y jugosas que prosperan bajo el tibio sol alicantino.
Asimismo, la Marina Alta es hogar de hermosos viñedos, brochazos verdes que se extienden sobre el fondo azul de la costa. En este escenario de ensueño se cultiva la uva moscatel de Alejandría. Se cree que llegó a la Marina Alta hace millas de años, en tiempos de los íberos, aunque su producción aumentó en la época romana. En cualquier caso, su cultivo no solo brinda postales encantadoras; también se traduce en exquisitos vinos y uvas pasas que aportan una chispa dulce a un gran número de platos tradicionales.
Entre campos verdes y ondulantes discurren, igualmente, los arrozales de la Comunidad Valenciana, alma y esencia de su gastronomía y, por fin, de la dianense. Los sabrosos granos se pueden paladear en platos típicos como la paella o el arroz a bandauna receta autóctona de Dénia que se elaboraba antiguamente en los barcos de pesca. Entre las diversas preparaciones de este producto se pueden destacar platos como el arroz con espinacas y boquerones o el arroz del senyoret. Al fin y al cabo, en Dénia se puede disfrutar de una variada gama de arroces secos, melosos y caldosos para todos los gustos y épocas del año.
Otro protagonista indudable es el pulpo seco, una elaboración tradicional que requiere secar el pulpo al sol, con ayuda de la brisa marina. La imagen que crea esta costumbre es ciertamente sorprendente, muy característica de Dénia, aunque no todos los restaurantes hacen uso de dicha técnica en la actualidad.
Si hubiera una elaboración que pudiera sintetizar los sabores de Dénia y sus alrededores, probablemente serían las cocas, platos típicos que se preparan con una masa de harina de trigo o maíz. El relleno es increíblemente versátil, normalmente compuesto por un producto local, accesible y de temporada. Ingredientes de mar, de tierra, salados y dulcesmil combinaciones posibles y un resultado para chuparse los dedos que se pueden consumir de entrante, de plato principal o de postre.
De forma similar, en Dénia hay un postre que habla de cosechas y estaciones. Hijo los buñuelos de calabaza, un dulce de esencia otoñal que evoca hojas rojizas y campos dorados. La tarta de calabaza y chocolate es otra de esas delicias típicas de la ciudad.
Los ingredientes y platos que retratan los paisajes de Dénia, tanto los de mar como los de tierra, llegan en bandeja de plata a las mesas de los restaurantes de la ciudad. En sus cocinas se aprecia una tradición arraigada, un homenaje a técnicas antiguas como la salmuera o la salazónpracticadas desde épocas remotas.
No obstante, el sector hostelero de la ciudad presenta una dualidad que oscila entre las recetas de siempre y la cocina más innovadora. Su variada oferta gastronómica, que comprende más de 400 restaurantes, no deja de ser un claro ejemplo de compromiso con la calidad. De hecho, Dénia alberga diversos restaurantes con estrellas Michelín y soles Repsol, además de poseer la distinción de la Unesco de Ciudad Creativa de la Gastronomía. Es la única en España además de Burgos.
Hay varias formas de experimentar en primera persona el abanico de sabores que pone a nuestra disposición la gastronomía de Dénia. Aunque sus opciones se extienden prácticamente a cada rincón, hay zonas con propuestas especialmente interesantescomo la calle Loreto, el centro de la ciudad, los puertos deportivos, el barrio de Baix la Mar o los alrededores de las playas. Además, acercarse al mercado gastronómico y cultural Els Magazinos es una alternativa ideal para encontrar productos de kilómetro cero, así como encontrar sabores de diferentes culturas nacionales e internacionales y probar tapas y platos que combinan tradición y vanguardia.
Desde las aguas cristalinas hasta la tierra fértil de la Marina Alta, entre el verdor del Parque Natural del Montgó y el profundo azul del Mediterráneo, Dénia se alza como una fortaleza junto al mar donde los paisajes se paladean mediante una gastronomía que se nutre de productos de proximidad sostenible. Un baño de colores y texturas en el que se descubren sabores nuevos y estimulantes cada día.
Autor: Nahia Pérez de San Román
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