bosques y rutas de cascadas en Soria

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Con unas 100 000 hectáreas de extensión, el mayor pinar de Europa es reconocido también como la mayor masa boscosa de españa y, si hubiera un premio a los bosques más cautivadores, seguramente también lo ganaría. Para disfrutar de este tesoro natural, tenemos que encaminarnos al norte de una provincia mágica como es Soria. allí, a más de 1200 metros de altitud y acompañado por un joven Dueronos espera la Sierra de Urbión, custodia de este tesoro de la naturaleza.

El pinar de Covaleda, santuario natural

En esta parte del noroeste de Soriala majestuosidad del bosque se despliega como un manto inacabable de vida y frescura. El pinar de Covaleda es un verdadero pulmón verde, asentado a los pies de los Picos de Urbión, que esconde entre su espesura un mosaico de paisajes que parecen sacados de un sueño.

Los dominios del pino albar

Pinar de Covaleda.
Pinar de Covaleda. | Shutterstock

El protagonista de este bosque, el pino albar o pino silvestre, se eleva en masa hacia el cielo como guardián de un mundo antiguo, perfumando el aire con su característico aroma resinoso. El pinar se enmarca en el Parque Natural de Laguna Negra y los Circos Glaciares de Urbióny aquí prospera entre variados accidentes del terreno, entre los que destacan los circos y valles glaciares, que nos regalan lagunas irresistibles.

Pero estos pinos silvestres no viven solos, sino que lo hacen en compañía de hayas y robles, además de otras plantas tan gratas como el brezo, los arándanos o la margarita alpina. Al entrar en el pinar los sentidos se despiertan, con el ocasional murmullo de las ramas y el canto de las aves que habitan la espesura. Toda una invitación a la calma y la conexión con la tierra.

Los abuelos del bosque

Entre los miles de pinos que dan forma a este vergel, algunos son ejemplares con siglos de historia. existe una ruta para acercarse a estos árboles venerables y sentir su poder: es la senda de los abuelos del bosque. El itinerario está bien señalizado y arranca en el cruce de Tejeros, donde se aprecia una bifurcación en dirección a la montaña.

Veremos carteles que dan noticia de la altura de algunos de estos pinos, o de la envergadura de su copa, así como de su antigüedad. Y es que nos vamos a cruzar con seres que suman casi cinco siglos arraigados aquítestigos desnudos del paso del tiempo. Algunos de ellos, como el «pino rey», impresionan con sus 17 metros de altura y su puerta gallardo.

Caminar entre cascadas

Cascada del Duero
Cascada del Duero. | Shutterstock

Si buscamos más fuerza y ​​dramatismo en estos parajes, basta con seguir el camino GR-86, dejar a la izquierda un refugio y traspasar el llamado Altar de los Peregrinos. estaremos cerca ya de la cascada de la Mina del Médicopero el acceso tiene su complicación. El terreno baja en una marcada pendiente, aunque por suerte hay un pasamanos que facilita la visita.

Otra opción más accesible, y que cuenta con hasta tres. saltos de aguaes la Ruta de las Cascadas, que recorre la cascada del río Ojeda, la Chorrera y el Paso del Peñoncitopequeñas pero deliciosas. Si caminamos con niños, esta opción será un acierto seguro, sobre todo en primavera y otoño, cuando el espectáculo del agua esté en su máximo poder.

Más allá del bosque

Aunque la vasta extensión del pinar de Covaleda permite mil y una aventuras, a muy poca distancia hay muchas más opciones para seguir explorando. Cuando los pinos van clareando, se abre otro mundo ante nosotros, el de las cotas altas de la sierraque también merece una visita. O varias.

Lagunas heladas, ríos que nacen

Laguna Negra. | Shutterstock
Laguna Negra. | Shutterstock

Ascendiendo con el pico Urbión como referencia, viejos caminos pedregosos nos conducen hasta el formidable espectáculo de los circos glaciares. Allí la roca forma tremendos anfiteatros y, a sus pies, encontramos tesoros como la Laguna Negra o alguna más pequeña. Sus aguas cristalinas reflejan los cielos inmaculados de este lugar, un rincón de silencio absoluto alejado de la civilización.

Más arriba aún, en un reino casi inaccesible donde inevitablemente nos sentimos minúsculos, nace el río Duero, a más de 2100 metros de altitud, que luego desciende hasta la vecina localidad de Duruelo de la Sierra. Son excursiones que requieren cierta preparación, porque aquí la naturaleza muestra su lado más agreste, como si protegiera sus secretos. Sin embargo, la recompensa es extraordinaria.

Explorando el lado sur

Embalse de la Cuerda del Pozo. | Shutterstock
Embalse de la Cuerda del Pozo. | Shutterstock

Al sur del pueblo de Covaleda se alza otra hilera de cerros, la Sierra de Resomo, en cuya falda hay otros mil planos posibles. La tierra ha creado aquí escondites como la cueva del Tío Melitón y otras formaciones no menos sorprendentes como la «piedra andadera», una enorme roca que parece suspendida en el vacíoy que nos regala fantásticas vistas si nos acercamos a ella.

Y no nos olvidamos del agua, porque el Duero va desplegando toda su grandeza a medida que recorre la comarca. Circulando por la carretera CL-117 iremos de la mano del río, que aún nos regalará alguna otra cascada, como la del Arroyo Mojón, o, más adelante, la experiencia de cruzar el embalsar de la Cuerda del Pozo, cuando el río ya se ha convertido en un imponente mar interior.

Al norte de la presa, el pueblo de Vinuesa es de los más destacados a la hora de visitar toda esta zona, gracias a su buena oferta de alojamiento y al precioso entorno que lo rodea. También Salduero, con sus piscinas naturales, Molinos de Duero o, por supuesto, el propio Covaleda, son excelentes lugares donde hacer parada o establecer nuestro campamento base. Después de un día inmersos en el monte, sus casas de piedra son el cobijo ideal para reponer fuerzas.


Autor: Fran Agudo
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