Estas son las 8 mejores playas del País Vasco

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La costa vasca es una sucesión de caprichos de la naturaleza donde arena y roca se funden en paisajes que invitan a soñar. El Cantábrico choca con furia contra acantilados colosales a cuyos pies se extienden las playas del País Vasco más salvajes. En ese bravío litoral también hay espacio para la calma, para arenales de aguas más tranquilas donde las mareas dejan postales de auténtica fantasía.

Los secretos de las playas del País Vasco más especiales

Playa de Itzurun, Zumaia (Gipuzkoa)

Playa de Itzurún
Playa de Itzurún. | Envato

La suya es una imagen casi de ciencia ficción. La playa de Itzurun está arropada por acantilados de capas afiladascasi verticales ya veces de formas imposibles, que parecen emerger con rabia de la arena. el flyschese singular fenómeno geológico, hace que esta sea una de las playas vascas más espectaculares, y también una de las más valiosas.

La playa de Itzurun fascina a los amantes de la fotografía y ha sido escenario cinematográfico, pero no hay que quedarse en la arena para admirar tan singular postal. En lo alto de uno de los acantilados que la flanquean, casi asomándose al abismo, se alza la ermita de San Telmo. Desde ella, las vistas muestran cómo la fuerza de la naturaleza ha moldeado el paisaje de una forma casi dramática.

Playas de Atxabiribil y Barinatxe, Sopela (Bizkaia)

Playa de Barinatxe, o La Salvaje
Playa de Barinatxe, o La Salvaje. | Envato

Un paisaje agreste de acantilados, arena fina y fuerte olor dan forma a la playa de Atxabiribil. es una playa abierta y semisalvaje que se funde con su vecina, la playa de Arrietara. El suyo es un marco excepcional para disfrutar de un sinfín de actividades en agua y en tierra, pero hay que esperar a que acabe el día para dejarse envolver por uno de los atardeceres más bonitos de España.

Sopela cuenta con otra de las playas del País Vasco más increíbles, la de Barinatxe, o La Salvajecomo se la conoce. El viento llega a ella con inusitada fuerza, de ahí sus más que apreciadas olas y también unas condiciones ideales para admirar un paisaje costero sobrecogedor desde las alturas, volando en parapente.

Playa de Laga, Ibarrangelu (Bizkaia)

Playa de Laga
Playa de Laga. | Envato

La exuberante belleza de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai y la silueta del cabo Ogoño enmarcan la playa de Laga. sus más de 500 metros de arena dorada invitan al dolce far niente si el tiempo acompaña, pero este arenal salvaje y abierto al mar esconde otros atractivos.

Las olas cortas e intensas que van a morir a la playa. hacen las delicias de los aficionados al surfpero las emociones fuertes no solo se viven en el agua. Ese cabo Ogoño que se alza en uno de sus extremos cuenta con varias rutas de escalada y su cima es un buen lugar para lanzarse en parapente o, simplemente, para admirar unas vistas de infarto.

Playa de Isuntza, Lekeitio (Bizkaia)

Playa de Isunza
Playa de Isunza. | Shutterstock

La playa de Isunza esconde un pequeño secreto. Justo frente a ella, la isla de garraitz (o de San Nicolás) deja de serlo por el capricho de las mareas. Cuando hay bajamar queda al descubierto una estrecha pasarela de piedra que permite alcanzarla a pie desde la arena. El broche de oro de esa pequeña aventura, que se puede iniciar también en la vecina playa de Karraspio, son unas magníficas vistas de uno de los pueblos más bonitos del País Vasco.

No muy lejos en la desembocadura del río Lea, se esconde otra playa singular, La Salvaje. Se esconde en el sentido más literal de la palabra porque solo emerge cuando está baja la marea. Es un rincón idílico, una playa de ambiente íntimo con el maravilloso telón de fondo del puerto de Lequeitio.

Playa de la Concha, San Sebastián (Gipuzkoa)

Playa de la Concha
Playa de la Concha. | Envato

Cada detalle de la elegancia aristocrática de San Sebastián se refleja en la playa de la Concha. La bahía que la enmarca, la isla de Santa Clara, el monte Urgull en uno de sus extremos y el Palacio de Miramar en otro adornan una de las playas urbanas más bonitas del mundo.

Recorrer la playa de la Concha sin prisas es uno de los placeres que no hay que perderse en San Sebastián. Si hace buen tiempo, desde su delicada arena, si no, desde ese paseo marítimo adornado con una exquisita y centenaria barandilla que es icono de la ciudad.

Playa de Laida, Ibarrangelu (Bizkaia)

Playa de Laida
Playa de Laida. | Shutterstock

La imagen de la playa de Laida cuando el mar está calmado es la de un lienzo en el que el dorado de la arena y el turquesa de las aguas parecen fundirse. es un oasis de aguas poco profundas que en bajamar se une por un camino de dunas a su hermana pequeña, la playa de Laidatxu, al otro lado de la ría de Mundaka.

Playa de Saturrarán, Mutriku (Bizkaia)

Playa de Saturrarán
Playa de Saturrarán. | Shutterstock

Dice la leyenda que los peñascos que dividen la playa son las figuras de dos amantesSatur y Arán. Él salió a pescar y no regresó, ella pidió al mar que también se la llevara y poco después apareció esa roca partida que los recuerda. La playa esconde otra historia también con matices trágicos, la de un antiguo. balneario que acabó convirtiéndose en cárcel de mujeres tras la Guerra Civil.

A pesar de todo, la playa de Saturrarán de Mutriku es un pequeño paraíso semisalvaje de aguas claras y entorno idílico. Es perfecto para darse cuenta de un chapuzón, practicar submarinismo y disfrutar de los más variados deportes acuáticos. Además, es una de las playas del País Vasco con zona habilitada para el nudismo.

Playa de Zarautz (Gipuzkoa)

Playa de Zarauz
Playa de Zarauz. | Envato

Es la reina de las playas del País Vasco, la más larga, con sus 2500 metros de arena. También es una de las más coloridas y animadas. En ello tienen mucho que ver tanto las llamativas casetas entoldadas que la adornan cuando llega el buen tiempo como las tablas de surf de los aficionados a este deporte.

la playa de Zarauzademás, guarda un pequeño tesoro en uno de sus laterales: el paisaje protegido de Iñurritza. En él, la arena toma la forma de dunas cubiertas de vegetación que esconden una extraordinaria biodiversidad, al igual que el estuario y la marisma que completan este paisaje casi virgen que permanece ajeno al bullicio.


Autor: Sonsoles Jiménez González
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