Montañas que rozan el cielo. El canto de los pájaros sobrevolando el cauce del río. Paisajes de un verde tan intenso que se quedan para siempre en la memoria. Así es el valle de Aramaio. Un bellísimo lienzo natural que sumerge al visitante en uno de los destinos con más encanto de España.. Aramaio es un amor a primera vista. Y como todos los amores que suceden a primera vista, uno no puede resistir la tentación de acercarse, probarlo, explorarlo y maravillarse con cada uno de los detalles que va descubriendo.
Conocido como ‘la Suiza vasca’ por sus increíbles paisajes de cuento, el valle se ubica a los pies del parque natural de Urkiolaen la provincia de Álava. Sus formaciones montañosas y sus extensos bosques de pinos y hayedos lo convierten en el escenario soñado de excursionistas y amantes de la naturaleza. Pero Aramaio es más. Mucho más. Y el empeño de las próximas líneas está, precisamente, destinado a descubrir todas sus maravillas.
El auténtico valle de Aramaio
Contrastes, montes y leyendas
Cuando uno llega a Aramaio es probable que lo primero que le llame la atención sean los colores cambiantes de sus bosques. Tonalidades verdes y marrones se combinan en una paleta de matices inolvidables.. En ocasiones también se pueden observar nubes bajas discurriendo entre sus zonas menos elevadas. Entre sus altos montes y pendientes recortadas, se sitúa el pueblecito de Ibarra. Una pintoresca postal de casas tradicionales que se convierte en el punto de inicio perfecto para realizar excursiones por la zona.
La zona norte del valle alberga los montes de Arangio y Gantzaga, tierra de excursionistas experimentados que abandonan el verde de los bosques para introducirse en los caminos rocosos de las cimas de Orixol e Izpizte, con más de 1.300m de altitud. Estas rutas requieren experiencia en la montaña y buena forma física. Cerca de estos picos también se encuentra el monte Anboto, famoso por ser una de las montañas más hermosas de Euskadi y por esconder una de las leyendas más famosas del País Vasco: la leyenda de la Dama del Anboto.
Según cuentan, la madre tierra era una mujer de largos cabellos rubios que vivió durante una temporada en una cueva situada en el interior del monte Anboto.. Esta deidad, llamada Mari, determinaba el clima de la zona.por lo que los pastores solían prepararle ofrendas para que la cosecha y el tiempo fueran favorables. Cada siete años cambiaba de escondite y decían que se la podía ver atravesando el cielo subiendo a su carro de fuego.
En el lado opuesto se encuentran montes más accesibles como Murugain y Jarindo, de menor altitud y de similar belleza. El puerto de Cruceta, situado a la entrada del valle, ofrece una hermosa vista panorámica de este y sus pueblecitos escurriendo entre las colinas. El ascenso es asequible y se convierte en una opción ideal para disfrutar de un día en familia en la naturaleza.
Descubriendo los pueblos de Aramaio
Una de las vistas más bonitas del valle de Aramaio es la que integra a las blancas casitas de teja roja entre sus verdes colinas. Algunos se distribuyen en pequeñas casas, otros forman pequeños núcleos urbanos. Es el caso de Ibarra, un pintoresco pueblecito de piedra conocido por su mirador, perfecto para disfrutar del paisaje del valle, la iglesia de San Martín y por sus deliciosas sidrerías.
Ibarra funciona como punto neurálgico de la zona y en sus afueras se extienden caseríos y establos propios de la vida rural de sus habitantes. Los más importantes son el caserío Erdikoa y Arriola Bengoa, situado en la aldea de Arriola.
Si el clima te acompaña, disfrutar de un paseo circular por los caminos que unen los pueblecitos de Ibarra, Arraga, Arriola y Errotabarri es una experiencia llena de magia. Cada uno de ellos es una muestra actual de la vida pausada y laboriosa del valle. En sus sidrerías se respira un ambiente muy acogedor, propiciado por sus habitantes. Los platos que preparan en todas ellas son una muestra del verdadero espíritu de la cocina vasca.
En las afueras del valle se sitúan otras villas Accesibles en coche con numerosos atractivos. Como es el caso de Elorrio, Otxandio, Durango y Dima. Estos núcleos, más modernos y poblados que los pueblos de Aramaio, aún albergan la esencia de vida rural. La atmósfera tradicional que desprenden es, simplemente, maravillosa..
Aramayonés por un día
¿Cómo sería dedicarse un día a vivir de verdad la vida de Aramaio? El valle alberga pequeños talleres con actividades para todo aquel que se quiera integrar en el espíritu rural vasco. En la zona existen granjas donde se preparan tours sobre el proceso de elaboración de la leche y el queso de oveja, recorridos que incluyen experiencias como el pastoreo y el trato con animales. Sin duda, la mejor manera de introducirse de lleno en la vida de campo.
Los más aventureros, además del gran número de excursiones que ofrece el lugar, también encontrarán la horma de su zapato en los tres embalses que se extienden por los alrededores del valle. En ellos es habitual que se organicen días de actividades acuáticos como el piragüismo, el tradicional remo y la vela ligera. El plan perfecto para disfrutar de unos días mágicos en un destino sacado de un cuento de hadas.