En lo más profundo de los Pirineos de Huesca se oculta un bosque donde la magia envuelve al caminante a cada paso. es un escenario que cambia de color con las estaciones y donde reina un silencio apenas roto por el sonido de pequeñas corrientes que lo atraviesan. Adentrarse en él es aventurarse en un territorio tan salvaje como cautivador.
Un paraíso escondido entre montañas.
Para encontrar ese lugar de cuento hay que dirigir los pasos al Parque Natural de los Valles Occidentalesen concreto, al valle de Hecho. Es allí donde pinos, abetos y hayas dibujan la Selva de Oza, un bosque que crece indómito a la sombra de picos que parecen rozar el cielo.
El paso natural a ese pequeño paraíso es la Boca del Infierno, un angosto y profundo desfiladero que parece llevar al mismísimo averno. Lo que espera más allá, sin embargo, es uno de los paisajes más sorprendentes, desconocidos y seductores del Pirineo.
Para disfrutar de su belleza, la Selva de Oza cuenta con una red de senderos de diferente dificultad que están perfectamente señalizados. La caminata por esa densa masa arbórea está salpicada de pequeños tesoroscomo la melodía de fondo que ponen algunas cascadas o los restos de una antigua calzada romana.
La Selva de Oza es, además, un santuario para especies como corzos, marmotas, zorros y nutrias. Y, allí donde las copas de los árboles se abren, es posible contemplar el vuelo majestuoso de buitres leonados, quebrantahuesos o águilas reales. Esa extraordinaria belleza paisajística y biodiversidad hacen de este rincón una delicia para los amantes de la naturaleza y del senderismo.
Rutas y senderos en la Selva de Oza
La Selva de Oza invita a perderse sin prisas en su interior, a conectarse con la naturaleza y grabar en la memoria instantes únicos. Sin embargo, una parte de la magia del bosque se escapa más allá de sus límites. Para buscarla, solo hay que seguir algunos caminos que parten de su corazón y llevan a escenarios que son de una belleza casi dramática.
Poco a poco, según se asciende, la frondosidad de la Selva de Oza deja paso a prados alpinos ya la roca casi desnuda de la alta montaña que abraza las gélidas aguas del ibón de Acherito. Desde el bosque también es posible escalar hasta conquistar una singular fortaleza, el castillo d’archeruna cima que roza los 2400 metros y ofrece unas vistas prodigiosas.
Más asequible es la ruta que se adentra en el paisaje de montaña del valle de aguas tuertas. Allí esperan maravillas como el cauce del río Aragón Subordán, que serpentea en una sucesión infinita de pequeños meandros, o como un dolmen protagonista de leyendas. Y, si hay suerte, puede que en el camino se deje ver alguna manada de caballos salvajesdueños y señores de uno de los valles más extraordinarios del Pirineo aragonés.
Autor: Sonsoles Jiménez González
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