Barcelona no se entendería sin la huella imperecedera que Gaudí dejó en la ciudad. La Sagrada Familiael Parque Güellla Casa Batlló o la Casa Milà son parte, más que de su historia, de su esencia. En su época, esa genialidad plasmada en forma de edificios maravillosos dio cierta fama al arquitecto. Lo curioso es que en vida solo uno de sus diseños recibió un galardóny no fue ninguno de los que se han mencionado.
Un diseño tan conservador como especial.
La Casa Calvet no muestra la profusión de detalles decorativos de otros trabajos de Gaudí. Tampoco la utilizada como laboratorio para experimentar soluciones arquitectónicas innovadoras. Sin embargo uno de los trabajos más singulares del arquitecto..
Simétrica, sobria y equilibrada, de diseño clásico, pero con aires barrocossu fachada ya muestra pinceladas modernistas de Gaudí. Se percibe en los balcones lobulados y en sus barandillas de hierro forjado, en la exquisita tribuna principal que la preside y en un rosario de detalles decorativos inspirados en la naturaleza.
Son precisamente los detalles los que hacen especial a la Casa Calvet. Detalles que en el interior se muestran Ese derroche de creatividad útil a la obra de Gaudí.. El arquitecto combinó con maestría materiales diferentes para dar forma al mobiliario de la vivienda principal, a los pasamanos, las molduras, los tiradores de las puertas o unas mirillas que imitan paneles y que moldeó con sus dedos.
Gaudí ya se inspiró para ello en la naturaleza.pero junto a esos elementos orgánicos hay otros que se relacionan directamente con la familia Calvet, con esa industria textil a la que se dedicaban o incluso con su lugar de origen.
El conjunto es un edificio residencial de diseño más contenido y conservador que otros similares que Gaudí proyectó años después también en Barcelona. A pesar de ello, la elegancia de sus formas, el equilibrio entre un diseño tradicional y el Gaudí más auténtico hacen de la Casa Calvet una de sus obras más singulares.
Un Gaudí irreverente y un proyecto premiado
El proyecto de la Casa Calvet nació encorsetado. A finales del XIX las normas urbanísticas en la zona del Ensanche eran rigurosas y marcaban que los edificios no pudieron superar los 22 metros. El diseño de Gaudí contaba en la parte superior con unos remates que hacían que la altura de la construcción sobrepasara los límites.
El arquitecto, algo irreverente en lo que a las normas se refería, decidió solucionarlo de una forma poco ortodoxa: presentó al Ayuntamiento unos planos en los que no aparecían los remates y construyó el edificio tal y como lo había proyectado. Hubo llamadas de atención y órdenes de suspensión, pero Gaudí las pasó por alto.
El resultado es una obra en la que el arquitecto siguió fielmente el proyecto original, sin realizar modificaciones sobre la marcha, algo poco habitual en él. Es un edificio de diseño contenido, pero que muestra en su estructura y en cada uno de sus elementos el ingenio y la creatividad de Antoni Gaudí.
La paradoja es que, a pesar de saltarse las normas, también es el único trabajo que recibió un premio en vida del arquitecto. En 1900, apenas un año después de acabadas las obras, Casa Calvet fue reconocida como el mejor edificio del año en Barcelona. En la fachada, una placa de bronce así lo recuerda.
Autor: Sonsoles Jiménez González
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