Madrid es una capital de estímulos que requiere la atención de todos los sentidos. Es por eso que, en ocasiones, hay quienes acuden a sus alrededores en busca de calma y desconexión. La sierra de guadarramalos embalses y los bosques que se extienden por sus puntos cardinales son algunos de los lugares que ofrecen un anhelado respiro de aire libre y naturaleza.
Asimismo, hay pueblos cerca de madrid que brindan auténticos escenarios de cuento. estos Rincones rurales, auténticos y llenos de historia. Son perfectos para pasear entre muros de piedra y antiguas chimeneas. También sus vistas son un regalo a la memoria, con entornos abrazados por ríos, montañas y vegetación que se transforman con las estaciones y permiten darse cuenta de un baño de naturaleza sin tener que alejarse demasiado de la capital del país.
En esta ocasión, descubrimos un pueblo cuyo nombre no se pronuncia tan a menudo como otros. Cuenta con menos de 70 habitantes y por ello está considerada como el pueblo más pequeño de la Comunidad de Madrid. No obstante, su pintoresca belleza y las posibilidades que ofrece su paisaje lo convierten en una visita extraordinaria.
Las raíces de un pueblo en peligro de desaparecer
El nombre de este pequeño secreto es La Acebeda, y proviene de los numerosos acebos que solían habitar. Aunque su presencia ha disminuido, aún quedan algunos ejemplares centenarios. Como curiosidad, este árbol también figura en el escudo de La Acebeda.
El nacimiento del pueblo se relaciona con la trashumancia, de la mano de los pastores de horcajo de la sierra. Se cree que fue en la época de la Reconquista cuando comenzó a construir casas en esta zona.
Originalmente, el municipio formaba parte de la provincia de Segovia. No fue hasta el año 1833 que La Acebeda pasó a pertenecer a Madrid, aunque se encuentra cerca de la frontera con Castilla y León.
En 1889, La Acebeda alcanzó su número más alto de habitantes: 360. No obstante, en el siglo XX muchas personas lo dejaron para irse a la capital. El censo del Instituto Nacional de Estadística (INE) del 2023 registró una población total de 67 personasaunque no todas ellas residen de forma fija en el municipio. Varias fuentes indican que el número de habitantes fijos de La Acebeda rondará los 40.
Un día de hoy, el pueblo se enfrenta a la amenaza de la despoblación. No solo por la escasez de recursos y habitantes, sino también porque estos últimos tienen una media de edad muy elevada. Sin embargo, La Acebeda resiste como un pequeño oasis donde escapar del bullicio de la capital, sin perder la esperanza de que nuevos habitantes encuentren aquí su hogar permanente.
Qué ver en La Acebeda, donde el tiempo parece haber sido detenido
Lo primero que hay que hacer en La Acebeda es caminar entre sus encantadoras casas de mampostería de piedra. Al tratarse de un pueblo tan pequeñoel paseo es realmente breve.
La Iglesia de San Sebastiánde estilo barroco, es una parada imprescindible. Data del siglo XVII y en su interior alberga pinturas muy valiosas. Otro lugar que irradia misticismo es el Santuario de la Fuente del Saz, ubicado a unos 2 kilómetros de distancia.
Por otro lado, merece la pena acercarse a la Casa de la Peña, la más antigua de todas. La fragua de La Acebeda, que custodia el antiguo horno, el fuelle y el yunque del herrero, completa un viaje al pasado muy especial.
Explorar un entorno extraordinario
Revelar los pequeños secretos de La Acebeda significa, de forma inherente, descubrir una naturaleza rebosante que mantiene intactas sus raíces. Los bosques que enredan sus ramas en la esencia del pueblo se pueden recorrer a través de rutas y sendas que discurren en compañía de la música de los arroyos. Molinos, puentes de madera y pequeñas cascadas salpican el área recreativa Las Dehesas a las puertas de La Acebeda.
Si nos alejamos un poco más, encontraremos paisajes de montaña como el Puerto de la Acebeda y el Cerro del Gargantón. Un desvío hacia Somosierra nos permitirá descubrir el pueblo de Robregordo y joyas naturales como el Mirador de la Dehesa Bonita y la Chorrera de los Litueros. Esta zona es rica en bosques, arroyos y montañas, por lo que las opciones para disfrutar de un entorno natural rico y diverso son prácticamente infinitas.
Autor: Nahia Pérez de San Román
Fuente de contenido