la isla de Fuerteventura se conoce como la ‘playa de Canarias’ por los más de 150 kilómetros de arenales paradisíacos que abarca. Aguas de turquesa vítrea, orillas blancas y sedasas para pasear hasta el infinito. y una agradable caricia de sol y viento que rara vez se encuentra en otro lugar son algunos de los motivos por los que las costas de la isla más antigua del archipiélago canario han sabido cautivar las miradas viajeras a lo largo de los años.
No obstante, Fuerteventura es mucho más que un destino de playa. En sus confines encontramos auténticas maravillas naturales en forma de volcanes, barrancos, humedales y dunasentre otros paisajes sorprendentes que manifiestan una profunda riqueza geográfica. Gracias a esa naturaleza pura, salvaje y única, la isla canaria ha sido reconocida como Reserva de la Biosfera de la Unesco.
Tal es el escenario de las joyas escondidas de Fuerteventura, pueblos y municipios enclavados entre el mar y una fascinante tierra volcánica que bien podría pertenecer a una obra de ciencia ficción. En esta ruta exploraremos sus calles pintorescas, observaremos sus alrededores con vista de halcón y probaremos los productos locales que dan forma a la brillante gastronomía de Fuerteventura.
Sin más dilatación, comenzaremos nuestro recorrido en Tiscamanita, un pequeño pueblo del municipio de Tuineje que salpica de blanco el interior de la isla. Su arquitectura tradicional y sus molinos de viento. enmarcan una comunidad de raíces agrícolas donde destaca el cultivo de aloe vera, uno de los productos estrella de Fuerteventura. Caminar por sus alrededores y degustar sus productos artesanos, como el delicioso pan de leña y los bocadillos de pata de cerdo asada que se preparan con este pan, es la forma perfecta de dar inicio a esta aventura.
Si rodeamos por la izquierda el rojizo cono volcánico de la Caldera de Gairía, ya en el municipio de Antigua, avistaremos las palmeras y las huertas de agua de bueyes. Este pueblo, conocido históricamente por su cultivo de cereales, es un lugar excelente para disfrutar de la cocina majorera.
Siguiendo la carretera en dirección noreste, Valles de Ortega nos recibirá con la relajante rotación de las aspas de sus molinos. y más opciones para conocer la gastronomía local. Se encuentra a unos cinco minutos en coche de la localidad de Antiguadonde no está de más hacer una parada y descubrir su bella arquitectura, que se debate entre tonos blancos y de color terracota.
Visitar el Museo del Queso Majorero y el Molino de Antigua sin duda ayuda a comprender mejor la artesanía, la historia y los sabores de la isla. Además, aquí es recomendable probar el tomate local, un ingrediente muy sabroso que se cultiva en la zona.
Un pequeño desvío en dirección noroeste nos llevará al pueblo de Betancuriaen el municipio del mismo nombre. La antigua capital de Fuerteventura despliega todo un abanico de encantos que se acentúan en su pintoresca arquitectura, en la vibrante vegetación que la envuelve y en una luz especial que destila tradición y herencia cultural. Merece la pena acercarse, admirar su belleza y, de paso, detenerse en alguna terraza para seguir catando delicias majoreras.
Los alrededores de Betancuria también ofrecen visitas interesantes, como el pueblo Vega de Río Palmas, donde se encuentra la ermita de la Virgen de la Peña, la patrona de la isla. El cercano Barranco de las Peñitas se disfruta a través de una ruta de caminantes con postales magníficas.
Recalibramos la brújula y recuperamos el rumbo noreste para recorrer la columna vertebral de Fuerteventura y seguir explorando pueblos y productos típicos del interior de la isla. Entre montañas, barrancos y planicies, alcanzamos el diminuto pueblo de La Matilla, en el municipio de Puerto del Rosario. Se encuentra encajado entre las montañas de La Muda y El Aceitunal, en un entorno increíble de laderas y barrancos que es perfecto para practicar senderismo.
Tras este descubrimiento en el corazón de la isla, el camino nos lleva a Villaverde, en el municipio de La Oliva. Los alrededores de esta tranquila localidad concentran muchos de los atractivos de Fuerteventura, desde los majestuosos cráteres volcánicos a cuyos pies se sitúa hasta la visión del mar en el horizonte, pasando por las cuevas milenarias que fueron habitadas por los aborígenes. Aunque actualmente estas últimas no se pueden visitar, constituyen un valioso legado de las raíces culturales de la isla.
La tierra enriquecida con ceniza volcánica ha generado un suelo fértil que favorece la agricultura en esta zona. Por fin, es un buen destino donde comer productos de la huerta o incluso adquirirlos para llevarlos a casa. Además, Villaverde destaca por su restauración, ya que es uno de los mejores lugares de Fuerteventura para disfrutar de la comida típica de la islaespecialmente a través de platos elaborados con carne de cabra, cabrito y carnes en general.
Y de las montañas y los paisajes de interior dirigimos la ruta a los sabores de mar que también impregnan la gastronomía de Fuerteventura. Con ese fin, dejamos atrás Villaverde hasta llegar a El Cotillo, un pueblo pesquero que despliega sus casitas blancas a orillas del Atlántico. Rodeado de preciosas playas de aguas cristalinas, el puerto de El Cotillo es ideal para disfrutar de platos tradicionales de pescado, como el sancocho, el caldo de pescado, el pescado frito ya la espalda.
Aunque las próximas paradas de la ruta estén más distanciadas, merece la pena dedicar tiempo a recorrer la isla de norte al sur y asombrarse con sus vistas. Nuestro siguiente destino es Ajuy, una localidad menos conocida pero que no tiene nada que envidiar a otros pueblos costeros de la isla. De hecho, este rincón del municipio de Pájara se encuentra incrustado entre cuevas y rocascon unas vistas privilegiadas al mar y en el interior del Parque Rural de Betancuria.
Sus rocas y playas de arena negra contrastan con el azul del Atlántico y con las calles níveas en las que es casi obligatorio caminar sin rumbo fijo. En este lugar donde cabecean barcas de colores se respira calma y se saborean recetas tradicionales sazonadas con sal marina.
Por otro lado, en el extremo sur de la isla descansa una localidad que, aunque sea un destino turístico popular, presume de contar con una oferta gastronómica variada y de calidad. Se trata de Morro Jable, también en Pájara. Si se buscan playas infinitas, atardeceres espectaculares y restaurantes cuyas cartas abarcan lo mejor de la cocina majorera, además de un pescado fresco sublime, Morro Jable es una respuesta sobresaliente.
Para realizar la última etapa del viaje, desandamos los pasos y regresamos al municipio de Tuineje. Aquí nos espera el pintoresco pueblo de Tarajalejo, famoso por contar con una playa de ensueño y un paseo marítimo muy agradable donde sorprende. un museo al aire libre de esculturas relacionadas con el mar. Y es que Tarajalejo está enredado en una antigua tradición pesquera que se traduce a la cocina local. Por ejemplo, es un buen lugar para degustar lapas, un molusco esencial en el recetario de la isla.
Sin salir de Tuineje, recorremos la costa este hasta Las Playitas, un pueblo pintoresco inclinado sobre una colina junto al mar. Abrazado por bellas playas volcánicas, este pequeño paraíso cuenta con una atractiva oferta de deportes náuticos y restaurantes que reflejan la naturaleza pesquera de Las Playitas.
Aunque la ruta esté tocando su fin, hay una serie de platos y sabores que no deberíamos dejar de probar, si es que no lo hemos hecho ya. Algunos imprescindibles del regusto canario son las típicas papas arrugadas, el gofio y el mojo picón.
En cuanto a Fuerteventura, cabe destacar el exquisito puchero majorero, un guiso de verdura que suele incluir carne de cabra. Además del ya mencionado sancocho, un plato a base de pescado, patatas, batatas, gofio y mojo picón, el menú no está completo sin recetas dulces como el frangollo.
La Denominación de Origen Protegida Queso Majorero pone en valor la calidad de uno de los productos más reconocidos de Fuerteventura: el queso de cabra. Su aroma intenso está muy presente en la gastronomía local y se puede adquirir, por ejemplo, en las queserías La Casa del Queso Cabrera Pérez (Los Alares), El Convento (Finca Pepe, en Betancuria) o en la Quesería Caprarius (Mezque).
Otro de los productos locales que más brillan en la isla es aceite de oliva virgen extra. Para disfrutar del oro líquido de Fuerteventura o llevárselo a casa para revivir sus paisajes en la cocina, podemos hacernos con botellas de La Gayría, Lágrima de Oro o Teguerey, de Tiscamanita, Antigua y Tuineje, respectivamente. Cualquiera de estos ingredientes es un recuerdo perfecto para recordar esta ruta por los recodos más fascinantes de Fuerteventura.
Autor: Nahia Pérez de San Román
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