Durante la Cuaresma, igual que en los Miércoles de Ceniza o el Viernes Santolos viernes son días de abstinencia para la Iglesia católica. En realidad, el Código de Derecho Canónico dispone que todos los viernes del año hay que abstenerse de comer carne. Así está dispuesto en todo el mundo católico. En todas partes, excepto en un pueblo de Madrid..
La bula de Meco: cuando el papa da permiso
El municipio de Meco, donde viven alrededor de 15.000 personas, forma parte de la Campiña del Henares, muy cerca de Guadalajara pero todavía en la Comunidad de Madrid. Existe una bula papal que lleva su nombrey sobre ella se ha escrito mucho, pero ¿por qué Meco cuenta con dispensas especiales de la Iglesia?
Por qué Meco puede comer carne y los demás no
Según se ha contado a veces, la ubicación de Meco en el centro de la Península, tan lejos del mar, ha dificultado siempre el abastecimiento de pescadocosa que dificultaba el cumplimiento del ayuno. Por ello, el papa Clemente XIV, en 1772, habría emitido una bula en que eximía a este pueblo de cumplir con la abstinencia de carne.
Sin embargo, otra explicación sobre el porqué de la bula de Meco la relaciona con unos privilegios obtenidos gracias a un noble localÍñigo López de Mendoza y Quiñones, conde de Tendilla y señor de Meco. Los servicios prestados por este personaje de los siglos XV y XVI le valieron a Meco y su entorno el quedará libre de ayunos y de otras obligaciones.
Licencia para casi todo
Según esta última versión, fue el papa Inocencio VIII, a finales del siglo XV, quien redactó la bula para Meco. Y lo hizo de manera tan prolija, tan llena de condiciones, que al final cualquiera podía excusarse no ya por comer carne, sino por incumplir contratos, no respetar la palabra dada o dejar de pagar lo debido. Ser habitante de Meco se convirtió en un verdadero chollo.
Esta curiosidad de Meco acabó por dar lugar a una expresión reservada a casos de especial gravedad; en el mundo jurídico surgió un dicho proverbial para esos casoslos que no tenían arreglo posible para el acusado: «no le valdrá la bula de Meco». Ni siquiera la famosa bula podía salvarlo en casos semejantes.
Autor: Fran Agudo
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