Es una experiencia que no se puede olvidar. El cielo se tiñe de colores cálidos, desde el rosa al naranja, pasando por el rojo y el morado. El sol se esconde lentamente detrás de las montañas, dejando un rastro de luz que ilumina las casas blancas del pueblo. El aire se llena de aromas de flores, hierbas y mar. Se escuchan los sonidos de la naturaleza, los pájaros, las campanas, el viento. Es un momento de paz, de belleza, de armonía. Un atardecer en Mijas, Málaga, es un regalo para los sentidos.
Texto: Alejandro Manrique