Los bosques de laurel y otros árboles similares están bien presentes en España, la mayoría en el sur y muy especialmente en Canarias. La conocida como laurisilva crece en entornos húmedos y cálidos, pero llama la atención que el mayor de estos bosques está a muchos kilómetros de donde cabría esperarlo. Esta es solo una de las peculiaridades que encierra una isla verdaderamente insólita.
La isla verde a la que se puede llegar a pie
Para encontrar este magnífico bosque de laurel hay que poner rumbo al norte. Nada menos que en Galicia, en plena Ría de Arousa, se encuentra esta isla que desafiaba la lógica en muchos aspectos. Hablamos de la Isla de Cortegada, una joya de la naturaleza que además guarda muchos otros encantos.
Una ‘isla del tesoro’ en el Atlántico
La Isla de Cortegada se encuentra a menos de 200 metros de tierra, concretamente junto a la localidad de Carril, perteneciente a Vilagarcía de Arousa. El hecho de poder acceder a ella pie se debe a que es una isla mareal, es decir, que queda conectado a tierra por un camino cuando hay marea baja.
Tiene una extensión de 54 hectáreas y un terreno muy llano, por lo que es una visita placentera para cualquiera. La isla está escoltada en la ría por otros menores.las Briñas y las Malveiras, y todas ellas forman parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas, una de las maravillas indiscutibles de Galicia.
El enigma del bosque de laurel más grande de Europa
Aunque el laurel es el rey de los árboles de esta pequeña isla, no es el único. Se encuentran también robles, salsas, avellanos y otras especies que crean un frondoso bosque bajo el que crecen también multitud de setas.
Ahora bien, si los bosques de laurel son propios de climas subtropicales, ¿cómo es posible que el más grande de toda Europa continental esté en Galicia? El pequeño secreto de este bosque es que creció a partir de unos pocos laureles plantados por los lugareños, que se adaptaron espléndidamente y han contribuido a crear una de las selvas más inestimables de toda Galicia. Lo umbrío del bosque, las lianas, las pequeñas lagunastodo contribuye a una atmósfera enigmática en una isla que no se parece a nada.
Una larga historia de ocupación humana.
La historia de la Isla de Cortegada se documenta al menos dos mil años atrás. En el siglo I, Plinio el Viejo habla de «Corticata»y de aquellos tiempos han llegado varias ánforas.
Sin embargo, la importancia de la isla aumentó en la Edad Media, con la construcción de un monasterio que atrajo a numerosos peregrinos. Para estos peregrinos se hizo un hospital que acabó siendo lazareto, y toda esta actividad atraería también a una colonia de pobladores que cultivaron la isla y le dieron vida.
Las tierras pertenecieron a un pazo hasta 1910, cuando la isla se donó a Alfonso XIII para que hiciera su residencia de verano, aunque finalmente el monarca prefirió el Palacio de la Magdalena en Santander. Hoy día ha pasado a dominio público tras superar el peligro de ser edificada, y muestra aún interesantes restos de la iglesia del priorato y del hospital.
Visitar la Isla de Cortegada
Aunque ya hemos visto que es posible acercarse a esta isla a pie, lo cierto es que es una opción poco recomendable, sobre todo porque solo es viable hacerlo durante una horquilla de tiempo bastante limitada.
Excursión en barco a la Isla de Cortegada
La manera más práctica de conocer la Isla de Cortegada es subirse al barco que sale del puerto de Carril. En muy poco tiempo se llega al embarcadero de Cortegada, y una vez allí comienza la aventura.
En la isla existen dos itinerarios bien diferenciados.. Ambos son circulares y ocupan menos de dos horas, con principio y final en el antiguo poblado. Uno de ellos avanza por el contorno de la isla, recorriendo su litoral arenoso y proporcionando fantásticos panoramas. El otro pone rumbo directamente a la espesura del bosque, y es una estupenda ocasión para sumergirnos en la selva como exploradores de tierras remotas.
Una opción más intrépida
Si se desea hacer del propio camino hasta la isla una experiencia más activa, no hay nada como visitarla en kayak. Estas piraguas permiten el lujo de acceder a Cortegada al propio aire, aunque hay guías del parque nacional para asegurar que todo vaya bien. Esta pequeña aventura parte de la Playa de Bamioy tiene otros alicientes como observar de cerca el cultivo de la almeja.
Para conocer aún mejor una de las actividades tradicionales de la zona, el marisqueo, se ofrecen incluso talleres a carga de mariscadoras profesionales. Es muy curioso conocer las pequeñas parcelas donde la gente cría sus almejas, una tradición que define como pocas este litoral mítico.
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Autor: Fran Agudo
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