Era otoño en Fuensaldaña, muy cerca de Valladolid. Dos jóvenes, de 18 años ella y de 17 él, acaban de verso por primera vez en su vida. Hablan un par de horas, se intercambian regalos y, al acabar, firman una promesa formal de matrimonio. Se llama Isabel y Fernando, y están llamados a cambiar la historia del mundo, pero aún no lo sabe nadie. Ni siquiera está claro que puedan llegar a reinar. El matrimonio se formaliza, clandestinamente, un 19 de octubre en el palacio que la familia Vivero tiene en Valladolid, y unos testigos que han entrado en la alcoba nupcial al son de trompetas y timbales muestran a una multitud expectante la prueba de la consumación del matrimonio. Es el 20 de octubre de 1469. La pareja va a pasar su luna de miel en el mismo castillo en que se prometieron poco antes, en Fuensaldaña.
Un castillo a la medida de la ambición familiar.
Los Vivero fueron una influyente familia de raíces gallegas, que en la Castilla del siglo XV trataba de ampliar su poder, como muchas otras. Tenían ya el palacio mencionado en Valladolid, pero les faltaba un castillo. Para tenerlo, compraron tierras en Fuensaldaña, y reunieron a una cuadrilla de prisioneros musulmanes para levantarlo, bajo las instrucciones de un cantero llamado Mohamed. Estamos en 1452, y el impulsor de la obra es Don Alonso Pérez de Vivero, secretario y contador mayor del rey Juan II. Sin embargo, será el nieto de este quien culmine la construcción. Será este nieto, segundo vizconde de Altamira, quien propicie el matrimonio secreto de Isabel y Fernando.
el castillo gotico de Fuensaldaña nunca pretendió ser un verdadero bastión militar, sino que tuvo desde el inicio una clara función residencial, dotado de una escasa guarnición como estaba. Aun asi, su imponente torre del homenaje de 34 metros Impresionaba tanto o más que hoy. El diseño es característico de la conocida como escuela de Valladolid, un tipo de fortaleza abundante en esas tierras. El recinto es sencillo, de forma cuadrada con cubos en las esquinas, y un puente levadizo que llevaba al enorme torreón.
La maldición de los Vivero
El cargo como contador mayor de Alonso Pérez de Vivero, fundador de la familia y promotor del castillo, era uno de los mejores remunerados de la época. Además, había sido hombre de confianza de Álvaro de Luna, condestable de Castilla y válido del rey. Esta adhesión se trunca el mismo año en que comienzan las obras del Castillo de Fuensaldaña, en 1452. Vivero, guiado por sus cálculos políticos, decide traicionar a don Álvaro, pero este se entera de la conspiración y ordena que Vivero sea eliminado. Así, el viernes santo de 1453, Vivero muere en Burgos durante lo que parece una reyerta callejera. No corrió mucha mejor suerte el condestable, puesto que su crimen fue conocido y se ordenó que fuera degollado. Antes de morir, según se cuenta, maldijo tanto a Alfonso Pérez de Vivero como a todos sus descendientes. ¿Tuvo algún efecto esta terrible maldición?
Fuera o no por la maldición del condestable, lo cierto es que los hechos violentos se sucedieron en el seno de la familia, y hasta dos de sus miembros varones cometieron crímenes contra sus propias esposas, además de sufrir destierros e incluso la confiscacion del castillo. Son los propios Reyes Católicos quienes confiscaron en 1487 el castillo de su luna de miel tras sospechar que el vizconde ha matado a su primera mujer. Y otro sucesor, Juan, incurrirá en el mismo crimen y provocará otra nueva confiscación. Ya en el siglo XVI, la familia llegará a obtener el título de condes de Fuensaldaña de manos de Felipe II e incluso a entrar con los Borja, pero el linaje se extingue poco después.
La historia sigue en el Castillo de Fuensaldaña.
La inestabilidad, la violencia y las intrigas de palacio del siglo XV habrían de durar bastante tiempo, y el Castillo de Fuensaldaña siguió teniendo un papel destacado como testigo de los acontecimientos. Después de las confiscaciones de los reyes y otros avatares, en 1521 son las tropas comuneras las que se hacen con él, en el contexto de la guerra de las Comunidades de Castilla, que había arrancado el año anterior tras una revuelta en Toledo. Los comuneros toman con facilidad el castillo, y lo convierten en uno de sus bastiones durante el breve período de su apogeo.
Con la desaparición de escena de los Vivero, la fortaleza entra en una larga etapa de decadencia y abandono, pero mucho tiempo después, con la llegada de la democracia y los recientes gobiernos autonómicos en España, el Castillo de Fuensaldaña. pasa a ser la sede de las Cortes de Castilla y León. En 1983, después del intento fallido de hacer de él un parador de turismo, el hemiciclo autonómico se instala en el castillo, junto a las diferentes dependencias administrativas, biblioteca y salas de comisiones. Todo ello sería trasladado a una nueva sede tras la última sesión en marzo de 2007.
A día de hoy, el Castillo de Fuensaldaña permanece como propiedad de la Diputación de Valladolid, que lo ha restaurado nuevamente y abierto al público como un centro de interpretación sobre los castillos vallisoletanos, una especie de castillo de castillos en una tierra que destaca por la cantidad y espectacularidad de sus fortalezas antiguas. Actualmente, el recinto se puede visitar por libre o bien comprando una entrada que permita el acceso a la torre con visita guiada. También es posible apuntarse a alguno de los talleres de baile que se realizan en el salón rojo de la torre, y que incluye hasta baile cortesano, para homenajear a aquellas personalidades del siglo XV que nos dejaron historias apasionantes.
Autor: Fran Agudo
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