El curioso pueblo gallego donde vive una sirena.

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San Cibrao es ajeno a esa fama que han alcanzado otros rincones de la Mariña Lucense como Foz, Ribadeo o Viveiro. Y ese es quizás parte de su encanto, puesto que atractivos para merecer reconocimiento no le faltan. Esta es una pequeña población de aires marineros. que se asoma al Cantábrico desde tierra firme y desde una isla que el tiempo y la arena se encargaron de unir a la costa.

En San Cibrao, que pertenece al municipio de Cervo, el tiempo pasa despacio. No hay prisa cuando de lo que se trata es de contemplar atardeceres magicos, pasear por playas donde la masificación no existe o degustar el pescado que acaba de llegar a puerto. Tampoco la hay para dejarse seducir por el movimiento de un mar algo menos abrazado que en otros puntos de la costa lucense. Un mar que es hogar de un personaje fantástico, de una sirena: la Maruxaina.

La famosa sirena de San Cibrao

La Maruxaina
La Maruxaina. | Antonio Herrera Huerta en Flickr

De todos es sabido que Galicia es tierra de leyendas y seres mitológicos. Se esconden en bosques, en piedra y también en el agua. La Maruxaina es uno de ellos, pero no uno cualquiera, ya que pocos tienen tanto reconocimiento. El lazo que una la leyenda de esta sirena con el sentir popular de San Cibrao es inmenso y emotivo.. Por ello, su figura en forma de escultura sobre la roca destaca frente a la Playa de O Torno. Y, por ello, tiene su propia y cada vez más fiesta multitudinaria.

La leyenda de la Maruxaina

La sirena de San Cibrao
La sirena de San Cibrao. | Wikimedia

Mar adentro y frente a la costa de San Cibrao emergen de las aguas del Cantábrico los Farallones, unas pequeñas islas. Junto a ellas, pero A muchos metros bajo la superficie del mar, las historias populares sitúan un palacio.. Es en él donde habita esa ninfa marina con cuerpo de mujer y cola de pez.

La Maruxaina se confunde por su particular comportamiento. La mayor parte del tiempo permanece en su hogar, hilando tranquilamente. Pero a veces sale a la superficie para atraer a los marineros con sus cánticos, seducirlos con su belleza y llevarlos con ella a su hogar submarino. Es una versión de la leyenda. La otra cuenta que emerge con la apariencia de una anciana que grita y toca un cuerno para anunciar a los navegantes de que se acerca un temporal y es peligroso navegar.

La fiesta de la Maruxaina

La fiesta de la Maruxaina
La fiesta de la Maruxaina. | Belén VR en Flickr

La Maruxaina es parte del espíritu de San Cibrao, de ahí su reconocimiento y su fiesta. Se celebra el segundo sábado del mes de agosto. y, aunque no ha cumplido 40 años de vida, ya es Fiesta de Interés Turístico Gallego. No en vano es un evento tan singular como la historia de su protagonista.

Al caer la noche, los vecinos de San Cibrao salen a las calles ataviados como antiguamente, ellos vestidos de pescadores, con pantalones y camisas blancas remangados; ellas con falda oscura, enagua blanca y pañuelo a los hombros. No hay luces, solo la de las velas, candiles y antorchas que portan. Piden que lleven a la Maruxaina a tierra firme para juzgarla.

Y así es como los más valientes se adentrarán en el mar para capturar a la sirena. No hay luces para no alertarla. Mientras, el sonido de las bocinas acompaña el camino para evitar que el canto embrujador de la Maruxaina les haga olvidar cuál es su misión.

Al llegar a la Playa de O Torno, la Maruxaina es sometida a juicio popular. Si el tribunal considera que su comportamiento durante el año no ha sido bueno, acabará en la hoguera y las fiestas terminarán. Si, por el contrariose decide que se ha portado bien y ha ayudado a los marineros, la fiesta continuará hasta el amanecer. Como es fácil de imaginar, la sirena resulta absuelta y la fiesta no se para.

Qué ver en San Cibrao además de su sirena

San Cibrao
San Cibrao. | Shutterstock

La tradición marinera se respira en cada rincón de San Cibrao. Ahí está su diminuto puerto, que recuerda que ya desde antiguo era la pescar el medio de vida de sus gentes. Pero junto a la pesca se desarrollaron otras actividades estrechas ligadas a ella y al mar. Entre los siglos XIV y XV hubo en San Cibrao una industria de construcción de carabelas y, durante mucho tiempo, aquí se elaboraban ricas salazones.

De esas actividades apenas queda el recuerdo. Por un lado, las fantasmagóricas ruinas de la antigua fábrica de salazón. Por otro, el Museo do Mar, que alberga una pequeña pero interesante colección permanente que muestra cómo era la vida marinera de San Cibrao y, por extensión, de toda la Mariña Lucense.

Faro de Punta Atalaia
Faro de Punta Atalaia. | Shutterstock

Aún queda al visitante pasear por sus barrios marineros o visitar el Faro de Punta Atalaiano tanto para admirar su silueta como para contemplar la belleza de la costa y el ímpetu del Cantábrico en días de marejada. Y, antes de marcharse de San Cibrao, aún queda dar un paseo por sus playas o, si el tiempo invita a ello, darse cuenta de un chapuzón en cualquiera de ellas.

No hay, por tanto, que pase de largo San Cibrao. Merece la pena desviarse en cualquier recorrido por la Mariña para descubrir uno de los rincones más relajados y más cautivadores de esta franja casi salvaje del cantábrico litoral.

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Autor: Sonsoles Jiménez González
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