Sonsoles Jiménez González
16 de abril
Desde la distancia, fachadas de un blanco inmaculado contrastan con el azul intenso del mar. En su interior, estrechos callejones serpentean para adaptarse a un terreno irregular. Y todo ese conjunto queda envuelto por una luz mágica e inspiradora. Podría ser la descripción de alguna de las islas Cícladas, pero no hace falta viajar a Santorini oa Miconos para contemplar esa postal idílica. Existe una ‘Grecia española’ que nada tiene que envidiarles.
La ‘Grecia española’, un lugar inspirador
Para descubrir ese lugar hay que viajar a Menorca, más exactamente a su extremo sur. Es alli donde se asoma al Mediterráneo un pequeño poblado arquitectura singular y ambiente apacible. Binibeca Vell es uno de los rincones más fotogénicos de la isla. Hasta no hace mucho era simplemente un refugio discreto para unos pocos privilegiados, pero no hay secreto que dure eternamente y en los últimos tiempos se ha convertido en uno de esos lugares que triunfan en redes sociales.
Un poblado de película
Lo cierto es que Binibeca Vell a nadie deja indiferente, pues es muy difícil resistirse a su encanto. Ese puñado de casas que se arremolinan frente a un mar de aguas cristalinas encierra en su interior. un laberinto de calles estrechas y empedradas, de balcones de madera, arcos, escaleras y rincones tan inesperados como pintorescos. Hay que pasear por ella con calma para descubrir que sí, que la postal guarda un bastante razonable con las islas griegas, pero que también tiene esencia propia.
Su autenticidad radica en que cada una de sus casas es diferente a las demás, a pesar de que comparten ese blanco inmaculado de sus fachadas y la madera que tiñe de ocre ventanas y terrazas. Es la esencia de esos antiguos pueblos de pescadores del Mediterráneo, la misma que se aprecia en su pequeña marina, que es además un mirador de excepción para contemplar uno de los atardeceres del mediterráneo más bellos.
La singular historia de Binibeca Vell
Esta ‘Grecia española’ nació cuando Menorca era aún una isla tranquila, alejada de los grandes circuitos turísticos. Hay que viajar en el tiempo a los años 60 del pasado siglo para encontrar los cimientos de Binibeca Vell. Sus promotores quisieron crear un pequeño refugio para artistas e intelectuales, un lugar hermoso, tranquilo e inspirador. Para ello buscaron un emplazamiento idílico y decidieron recrear de algún modo la arquitectura típica de las islas griegas.
Prácticamente no hubo planificación previa. Las viviendas se fueron levantando una junto a otra, según iban llegando compradores seducidos por la singular belleza de este rincón de la isla. En unos años Binibeca Vell tenía 165 casas y hasta una pequeña capilla. Se había convertido ya en ese refugio de atmósfera serena que soñaban sus promotores.
De la tranquilidad a un destino codiciado
Han pasado 60 años desde que Binibeca Vell comenzó a tomar forma. Los cambios han sido muchos, entre otros, que a Menorca llegan cada año millones de viajeros ávidos de disfrutar de sus encantos. De algún modo, era inevitable que esta ‘Grecia española’ terminara convirtiéndose en uno de los grandes reclamos de la isla balear.
Binibeca Vell recibe cada año unos 800.000 visitantes. Y, por increíble que parezca, no ha perdido su esencia. Tal proeza es posible gracias al empeño de los propietarios. En las fachadas de sus casas se ven carteles pidiendo silencio y respeto para disfrutar de la magia del lugar y para no alterar la paz de sus moradores. Hay, además, horario de visitas, porque, pese a que no todos los visitantes sean conscientes de ello, esta es una urbanización privada.
Qué ver en los alrededores de Binibeca Vell, la ‘Grecia española’
La visita a Binibeca Bell es una de las escapadas imprescindibles desde Mahón. La siempre animada capital de la isla está a solo 10 kilómetros de distancia. Algunas de las calas más bonitas de Menorca se descubren también muy cerca. Darse un baño en esas aguas cristalinas que abrazan Menorca es siempre un pequeño placer, pero lo es mucho más en lugares de belleza singular, como son Cala Binibeca, Cala Binidalí y Cala Torret, esta última perfecta para practicar esnórquel.
Y para quienes prefieren descubrir las huellas que la historia dejó en Menorca, a solo unos kilómetros se encuentra el yacimiento arqueológico más destacado de la isla., el poblado talayótico de Torre d’en Galmés. Allí se pueden contemplar restos de edificaciones de esa misteriosa civilización que habitó estas tierras hace millas de años. Por cierto, Menorca Talayótica y sus yacimientos prehistóricos son una de las últimas incorporaciones españolas a la lista del Patrimonio de la Humanidad.
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Autor: Sonsoles Jiménez González
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