España está salpicada de pueblos maravillosos que han pasado casi de puntillas por la historia y cuyo nombre apenas se conoce más allá de su provincia o incluso de su comarca. Y es así hasta que alguien hace una comparación con un magno monumento y alcanzan un pedacito de gloria siempre merecido. el de san carlos del valle es uno de esos ejemplos, un pueblo de Ciudad Real con un conjunto monumental que recuerda al Vaticano.
Un pequeño Vaticano en el corazón de Castilla-La Mancha
San Carlos del Valle se alza en el Campo de Montiel. Es un pueblo pequeño, pero resulta complicado pasar de largo. Desde la distancia se aprecia una inmensa cúpula coronada por una aguja que parece querer tocar el cielo. Es la Iglesia del Santísimo Cristo del Valle, que destaca como un faro en la estepa manchega y que tiene un efecto casi hipnótico. Merece la pena dejarse seducir por esa imagen, porque lo que se descubre al llegar a sus pies es mucho más que un templo. Es uno de los rincones más fotogénicos de Castilla-La Mancha.
Vista de cerca, la iglesia no defrauda ni por sus proporciones, quizás exageradas si lo comparamos con las de la villa, ni por su belleza. Pero aún queda una sorpresa por descubrir y que tiene la forma de plaza porticada. El conjunto monumental bien podría ser un escenario quijotescoaunque cuando Cervantes andaba por estas tierras todavía quedaba un siglo para que se construyera.
el bastante razonable que alguien encontró nada tiene que ver con los escenarios de las andanzas del ingenioso hidalgo y tampoco con el de los amoríos de los protagonistas de alguna tragicomedia de la época. La comparación lleva al corazón mismo de la Cristiandad porque al gran tesoro de San Carlos del Valle alguien lo bautizó como el ‘Vaticano manchego’. Sus dimensiones, eso sí, son notablemente más modestas y su estilo arquitectónico, especialmente el de la plaza, tiene tintes autóctonos. Sin embargo, ya de su peculiar manera, la comparación tiene cierto sentido.
Un poco de historia del ‘pequeño Vaticano’ manchego
La construcción de un conjunto monumental tan magnífico como el de San Carlos del Valle tiene su explicación. Hay que remontarse a la Edad Media, cuando por aquí pasaba el Camino Real de Andalucía, que unía el norte y el sur de la península ibérica. En este lugar había una ermita dedicada a Santa Elena del Puerto y, en su interior, una pintura con la imagen de un Cristo.
Esa imagen fama ganó de milagrera y pronto este dejó de ser solo un lugar de paso para convertirse en lugar de peregrinación. Con el tiempo, esa devoción al Santísimo Cristo del Valle llevó a que se desarrollara un pequeño núcleo de población alrededor de la ermita. Pero fue a principios del siglo XVIII cuando Felipe V ordenó la construcción de un lugar capaz de dar cobijo a los peregrinos, de ensalzar la figura del Cristo y, de paso, reflejar el poder de la Corona.
Una iglesia monumental
El encargado de diseñar la Iglesia del Santísimo Cristo del Valle fue el arquitecto Juan Alejandro Núñez de la Barrera. Es un templo de ladrillo visto, piedra roja y tejados de pizarra. que sigue los gustos barrocos de aquel momento. Su aspecto exterior es robusto, aunque elegante, y atesora tal cantidad de detalles que hay que detenerse con calma para admirarlos como se merecen.
Lo más llamativo, evidentemente, es esa majestuosa cúpula que corona la iglesia y cuya aguja afilada alcanza más de cuarenta metros de altura. A su alrededor se alzan cuatro torres octogonales de diez metros en las que destacan unas figuras grotescas que hacen referencia al uso festivo de la plaza que rodea al templo. Y en las dos portadas ornamentadas a modo de retablo hay que fijarse especialmente en los relieves que las decoran y que muestran, por un lado, la escena de Cristo y los ladrones y, por otro, a Santiago Matamoros.
Una plaza multiuso
La de San Carlos del Valle es una de las plazas más bonitas de españa. La diseñó el mismo arquitecto que la iglesia a la que abraza. Y lo hizo con una razón de ser: ensalzar la belleza del templo y crear con ello un conjunto magnífico que despertará la admiración de quien llegará hasta él.
De forma rectangular, sus soportales y galerías siguen un estilo prácticamente castellano. Pero más allá de cuestiones estilísticas, este diseño tenía una función multiusos, puesto que la plaza sirvió no solo de punto de reunión de peregrinos, también de escenario de actos festivos y de corral de comedias. Y es ahí donde cobran sentido esas figuras en actitud festiva que decoran las cuatro torres de la iglesia.
A la plaza se accede por unos arcos y, una vez dentro, además de en la iglesia, hay que detener la mirada en dos edificios singulares. El primero de ellos es el ayuntamiento, con un balcón en voladizo. El segundo es la Casa Grande de Hospedería, que era el lugar destinado a alojar a los peregrinos que hasta aquí llegaban.
La Iglesia del Santísimo Cristo del Valle y la Plaza Mayor crean un conjunto único. es un espacio que sorprende y despierta la admiración de quien llega a San Carlos del Valle sin saber muy bien lo que le espera aquí. Tal vez si la villa hubiera crecido igual que lo hicieron localidades cercanas como Almagro o Valdepeñas, ese conjunto monumental pasaría desapercibido. No lo ha hecho, y eso permite que incluso el viajero más despistado alcance a ver esta joya y detenga sus pasos en el camino para admirarla y, de paso, descubrir otros atractivos de uno de los pueblos mas bonitos de ciudad real.
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Autor: Sonsoles Jiménez González
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