Si nos paramos a pensar qué nos sugiere Ibiza, enseguida vienen a la mente ideas como playas, discotecas o fiesta. Son atractivos que han hecho de la isla un lugar muy demandado, pero tienen algo en común: están pensados solo para el verano. Parece como si el resto del año Ibiza quedase a la espera hasta otra temporada de bullicio y hedonismo, cuando no tiene por qué ser así. Siempre hay tiempo para descubre una Ibiza mucho más tranquilay lo benigno del clima en este privilegiado rincón del Mediterráneo hace que se pueda disfrutar de una escapada inolvidable en cualquier mes.
Planes para vivir Ibiza durante todo el año
Visitar Ibiza fuera de los meses estivales permite conocer de una manera más calmada todos los encantos de esta isla única. Además, sobran las formas de llegar prácticas y económicas en todas las estaciones. Se puede tomar, por ejemplo, un ferry de Valencia a Ibiza para acceder a la isla con total comodidad y empezar a recorrer el laberinto de la antigua ciudad amurallada y la famosa Dalt Vila, declarada Patrimonio de la Humanidad.
La capital isleña respira a otro ritmo fuera del ajetreo veraniego, y sus murallas y monumentos nos recuerdan que la ciudad ya estaba ahí mucho antes de convertirse en un epicentro del turismo mundial. Es buen momento para acercarse a lugares como el barrio de La Marina, donde antiguamente se concentraban pescadores y astilleros, y rastrear la historia de la milenaria Eivissa.
Pueblos blancos donde evocar el pasado
Para hacerse una idea de la vida tradicional en Ibiza, sin embargo, nada mejor que visitar los pueblos. Sean de la costa o del interior, algunos de ellos conservan el encanto de las casitas blancas y las iglesias sencillas pero armoniosas. Sant Agustí des Vedrá es un magnífico ejemplo de pueblecito encantador, un núcleo de pequeñas casas muy bien conservado que está catalogado como Conjunto Histórico, y que además ofrece gratos paseos por el entorno y una gastronomía de primera.
El vino, además de la arquitectura tradicional, es el protagonista en el pueblo de Sant Mateu d’Abarca, que celebra en diciembre una Fiesta del Vino muy destacable. Todo ese carácter popular e histórico está también muy vivo en otros pueblos como San Juan de Labritja, donde es una delicia pasear por su avenida principal, o Sant Miquel de Balansat, que conserva un patrimonio histórico y artesanal de primer orden. La lista puede seguir con unos cuantos pueblos más que se cuentan entre los más bonitos de ibizacomo Sant Vicent de Sa Cala, Es Cubells o Sant Carles de Peralta.
La naturaleza de las Pitiusas
Además de pueblos que enamoran, Ibiza cuenta con espacios naturales que merecen la pena en cualquier estación. La costa norte de la isla es conocida por albergar calas mágicas como Benirràs, pero cuando el baño no es una opción sigue siendo una experiencia fantástica recorrer este lado más abrupto y frondoso de las Pitiusas. Toda esta franja del norte forma Els Montsun reducto de naturaleza y paisaje poco alterado donde se encuentran bosques y montes, además de acantilados con increíbles panorámicas.
Compartido por Ibiza y Formentera, el Parque Natural de Ses Salines es también un espacio donde reencontrarse con la paz y respirar una atmósfera hechizante. Como indica su nombre, se trata de unas antiguas explotaciones salinas, que han dejado un paisaje de lagunas donde se reúnen muchas especies de aves.
El tercer parque natural que no puede faltar es el que agrupa la Cala d’Hort, Es Vedrà, Es Vedranell y los Islotes de Ponentuna amplia zona de tierra y mar que posee excelentes playas, pero también la singularidad de Es Vedrà y su hermano pequeño Es Vedranelllos islotes que nos muestran el paisaje ancestral de la zona, y en los que todavía habitan reptiles que solo existen aquí.
Esta última zona incluye, además, uno de los lugares más especiales de toda Ibiza: Sa Pedrera de Cala d’Hort, también conocida como la ‘Atlántida de Ibiza’, es una antigua cantera que surtió de material de construcción a la capital, luego fue enclave destacado para los hippies y, en la actualidad, permanece como un rincón de la isla que parece una ensoñación, donde la roca ha llegado hasta hoy con las extrañas formas que les dieron los canteros y el mar se une al espectáculo y contribuye a crear una escena simplemente admirable.
Autor: Fran Agudo
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