En el corazón del Mediterráneo, una amplia albufera se despliega en forma de semicírculo, como un mar dentro del mar, o dentro de la tierra, porque aquí las apariencias pueden ser engañosas. Nada menos que 135 km² de agua salada que no forma parte propiamente del mar, pero tampoco de la tierra. Un espacio entre dos mundos que ha constituido desde hace décadas una de las joyas turísticas de la costa española.
Las mil caras de la laguna salada más grande de Europa
Se trata del Mar Menor, uno de los portentos orográficos de Europa, y el más grande de su clase. En realidad, es una albufera, puesto que no está totalmente aislado del mar como lo sería una laguna costera, sino que se conecta a él a través de los canales llamados golas. Mar como mar un autentico vergel que ha dado cobijo desde siempre multitud de especies y ha cautivado con sus playas y paisajes a varias generaciones de visitantes.
El valor incalculable del Mar Menor, un edén murciano
Una franja de tierra de 22 kilómetros, La Manga del Mar Menor, separa este ecosistema único del resto del mar. Su costa abarca una extensión casi infinita de playas poco profundas, con aguas que hasta hace poco eran de una transparencia espléndida. Aguas que, en los últimos años, han mostrado los estragos provocados por una explotación descontrolada de sus tesoros, con episodios dramáticos que hicieron saltar todas las alertas. Y eso a pesar de las numerosas formas de protección con las que cuenta el Mar Menor, a causa de su riqueza faunística y del frágil equilibrio en que se sustenta este lugar prodigioso.
Salinas, arenales, espacios abiertos e incluso islas volcánicas forman parte del impresionante catálogo de encantos que tiene este rincón mágico, hogar permanente o temporal de una enorme variedad de especies, algunas tan vistosas como el flamenco rosa. El ecosistema como tal es el habitual de las lagunas costeras, con fondos limosos o arenosos que son clave para una multitud de pequeñas criaturas como los caballitos de mar o un pez endémico de la región levantina, el pedo.
Los espacios naturales de interés abarcan desde playas como La Hita, con pequeños humedales, hasta el viejo volcán del Monte Carmolí. La vegetación engalana estos rincones con un manto que en primavera llega a ser un espectáculo, y que incluye el curioso palmito o una multitud de hierbas aromáticas.
Un mar de posibilidades para visitarlo.
Desde La Manga, que arranca en Cartagena, hasta El Mojón, en el límite con Alicante, son 13 los núcleos de población que se suceden en torno a la laguna. La oferta de alojamiento es amplia y variada, pero la mayor concentración se sitúa en La Manga. Aunque el turismo de sol y playa es el rey, una estancia en el Mar Menor se puede enfocar de tantas maneras como se pueda ocurrir. La oferta de deportes acuáticos, por ejemplo, es sobresaliente, y la vela, el Kite Surfel piragüismo o el buceo son un potente reclamo para disfrutar activamente de este entorno privilegiado.
Sin embargo, quien se acerca al Mar Menor en busca de tranquilidad también tiene un excelente abanico de aviones posibles. Más allá de la hermosura de playas como la Cala del Pino, Villananitos o Las Salinas, la zona cuenta con termas, balnearios y talasoterapia, que aprovechan las propiedades curativas de la salinidad del agua y del lodo. Las memorables puestas de sol sirven de excelente colofón, pero no sin antes probar la excelente gastronomía local, que brinda deliciosos pescados y mariscos, pero también clásicos murcianos como el zarangollo o el caldero.
Los alrededores de la laguna
Penetrar en la esencia de este territorio también puede hacerse por tierra o por mar, si es que aquí tiene sentido distinguir ambos. En la costa, son varios los puntos que permiten ahondar en el conocimiento del Mar Menor, empezando por sus museos. Desde el Museo Aeronáutico, en lo que fue la primera base española de hidroaviones, hasta los museos locales de San Javier y San Pedro del Pinatar, donde podemos encontrar desde fósiles a juguetes antiguos, todos documentan el pasado de la zona.
La otra manera de acercarse al alma de este rincón es sin duda navegar. Para ello hay varias posibilidades, entre ellas. visitar la apacible Isla Grosa en barco o acompañar a quienes mejor conocen el Mar Menor, sus pescadores.
En tierra firme, existe también un buen surtido de caminos para recorrer haciendo senderismo, cicloturismo o alguna ruta a caballo, con la posibilidad de acercarse a los dos faros o al inspirador Cabo de Palos. Y, sin necesidad de irse muy lejos, se pueden visitar también maravillas como los jardines del malecón de Murcia capital o el impresionante legado romano de la ciudad de Cartagena.
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Autor: Fran Agudo
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