Los secretos de la Pradera de San Isidro en Madrid

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Podría parecer un parque más, y de hecho así consta en los registros oficiales. Pero la Pradera de San Isidro es uno de los lugares que mejor recoge el carácter de la capital de España, en especial su lado más festivo y tradicional. Por si fuera poco, aparece en la obra del gran Francisco de Goya. Por estas y otras razones, más que ante un simple parque, estamos ante un escenario emblemático de la ciudad de Madrid.

La Pradera de San Isidro, historia viva de Madrid

El Parque de San Isidro, mucho más conocido como Pradera de San Isidro, es de los más extensos de Madrid, pero lo que está claro es que su importancia en el corazón de los madrileños apenas tiene rival. hablar de las Fiestas de San Isidro es hablar de este gran espacio verde que durante siglos ha acogido verbenas y romerías.

Una fuente milagrosa como origen

Pradera de San Isidro
Pradera de San Isidro. | Shutterstock

Para entender la trascendencia de esta zona debemos fijarnos en la Ermita de San Isidro, el origen que da sentido a todo el parque. los campos de Carabanchel donde se sitúa pertenecieron al patrón que, según se cuenta, contrató a San Isidro como labrador y pobrero. Justo allí, el santo había hecho hermano milagrosamente un manantial para dar agua a su amo, y la tradición asegura desde siempre que esas aguas tienen propiedades curativas.

La fuente existe desde la época medieval, pero la emperatriz Isabel de Portugal da un impulso a la ermita al comprobar el poder de las aguas, que había curado a Carlos V ya su hijo, Felipe II. Los años posteriores verán aparecer nuevos añadidos y reformas, como el Oratorio con cúpula hexagonal, mientras, poco a poco, la popularidad del entorno aumenta como lugar de romería y festejos animados.

La devoción de un pueblo

Ermita de San Isidro
Ermita de San Isidro. | Shutterstock

La fama de milagrosa que tenía el agua de este manantial venía de antiguo, pero la devoción creciente por San Isidro acabó dando lugar a una romería cada vez más concurrida. Así, de la procesión hasta la ermita, en que se veneraba la reliquia del santo y se bebía agua del manantial, en los siglos XVIII y XIX ya se trata de una festividad que reúne a multitudescon un carácter lúdico y popular, además de religioso.

Hoy como entonces, cada 15 de mayo se oficia una misa de campaña cerca de la ermita. La romería llena de gente los alrededores del santuario.. Es costumbre tomar agua y comer por la zona en la que sigue siendo una de las celebraciones más castizas del calendario en todo Madrid.

Icono del Madrid de Goya

La pradera de San Isidro, Francisco de Goya
La pradera de San Isidro, Francisco de Goya. | Laurocio, Wikimedia

Para hacernos una idea de la animación de esta festividad en el siglo XVIII, no hay como fijarse en la estampa que plasmó Goya en 1788. Aunque quedó en un boceto, La pradera de San Isidro del gran pintor aragonés representa al detalle a las gentes de Madrid disfrutando de un día radiante de mayo en las verdes laderas del parquejusto después de la misa.

A lo lejos, aparecen la cúpula de San Francisco el Grande y el Palacio Real, entonces muy reciente. La animada multitud charla y disfruta hasta la misma orilla del Manzanares.

Con todo, no es la única aparición de la Pradera de San Isidro en el arte. El propio Goya pintó la ermita, rodeada de majas y majosel mismo año, en otra imagen impagable de cómo era la fiesta en la época.

Igualmente revelador es el cuadro de Giuseppe Canella de 1823, una obra costumbrista que muestra con todo detalle la indumentaria y los vehículos de aquel entonces, con sus majos, feriantes, vendedores y, por supuesto, la elegante arquitectura regia de fondo.

La Pradera de San Isidro en la actualidad

Estanque en la Pradera de San Isidro
Estanque en la Pradera de San Isidro. | Shutterstock

Todo este inigualable escenario castizo es declarado parque en 1970, pero su evolución no se ha detenido. Junto a la importancia de la fiesta patronal, el uso deportivo ha ido también ganando terreno. ya en el siglo XXI ha alcanzado los 355 000 metros cuadrados, con el recinto ferial y los característicos paseos, fuentes y estanques. Elementos recientes como el Jardín de Palmeras o los carriles bici conviven con la solera de las praderas que se llenan cada primavera de bullicio.

Aunque todo el año es un magnífico lugar para hacer deporte o un picniccuando llega San Isidro es cuando el recinto se inunda de puestos de comida (incluyendo las famosas rosquillas de san isidro), atracciones y conciertos, además de la estampa atemporal de chulapos y chulapas bailando un chotis.

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Autor: Fran Agudo
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