El Campo de Calatrava es prolijo es tesoros de gran calado. Esta parte de la llanura manchega, de suelos fértiles, ventas quijotescas y robustos enclaves donde aún resuenan las grandes batallas de la Reconquista, cuenta con una parada esencial en el conocido como Siglo de Oro, momento brillante e irrepetible para la creatividad de las letras y las artes en España. Sobre las tablas del corral de comedias de Almagro se han representado desde casi cuatrocientos años algunas de las obras teatrales de mayor fama de este periodo. Y en su Plaza Mayor, probablemente la más hermosa y original de cuantas lucen en Castilla-La Mancha, tanto en los sombríos soportales como en las flamantes galerías acristaladas las cuales clausuran un rectángulo imperfecto, subyace el desembarco en la localidad de una de las familias europeas más ricas de la Historia. Los Fugger, quienes vinieron de tierras alemanas atraídos por el poderoso Carlos V, se convirtieron en financiadores y dueños de buena parte de la actividad económica durante un largo período de la Monarquía Hispánica. Y Almagro sería, de un modo u otro, el lugar desde donde manejaran con astucia los hilos de todo un imperio.
Hace ya mucho tiempo que Almagro se convirtió en una de las visitas, ya sean fugaces de un día o de las que exigen pernocta (dispone de Parador Nacional), que mayor entusiasmo generan a quienes se escapan a La Mancha. Clasificado con justicia dentro de la lista de «los pueblos más bonitos de España» (aunque oficialmente posee la declaración de ciudad) mantiene intacto su poder de seducción para cualquier época del año. A continuación vamos a desgranar los lugares más interesantes que ver en Almagro para disfrutar de este municipio regado por la monumentalidad, la armonía y la belleza de un momento histórico apasionante.
ALMAGRO, PLAZA Y TEATRO DE LA MANCHA
Almagro, a doscientos kilómetros de Madrid y con Ciudad Real y su estación de tren de alta velocidad (AVE) a escasos treinta minutos, puede considerarse como una de las mejores propuestas turísticas posibles en La Mancha. Bien para escapadas de una jornada de viaje de ida y vuelta (muy usual desde Madrid) o para quienes desean prolongar su estadía y combinar su visita con otras maravillas próximas. Como, por ejemplo, las Tablas de Daimiel, el castillo de Calatrava la Nueva, la Motilla del Azuer o visitar algunas de las bodegas de Valdepeñas. Así para quienes están recorriendo los lugares designados dentro de la ruta de Don Quijote.
Lugar destacado y sorprendente para todos aquellos coleccionistas de experiencias en los pueblos más bonitos de Castilla-La Mancha y, en definitiva, de España. Las calles de Almagro, eminentemente de fachadas blanquecinas, muestran un equilibro arquitectónico excepcional. Armonía fusionada con un entramado de iglesias, conventos, casas solariegas y otros monumentos donde destacan dos rincones magníficos que justifican la visita. Por un lado, la Plaza Mayor rectangular en cuyo brillo de cristales y maderos verdes se posa la auténtica esencia almagreña. Y por el otro, el corral de comedias, el teatro del siglo XVII mejor conservado de cuantos nos han llegado a la actualidad. Sitio de representación de grandes obras maestras del teatro clásicos español. Dos razones, junto a otras muchas, con las que viajar a La Mancha del Siglo de Oro en una provechosa escapada de corta duración.
Apunte histórico sobre Almagro
La historia de Almagro, desde que naciera como castillo almohade desde el que controlar el camino de Toledo a Córdoba hasta que se convirtiera en la sede de los maestres de la Orden de Alcántara (silgo XIII), tiene mucho que ver con su engrandecimiento. Pero la villa debe buena parte de su idiosincrasia y pulcritud arquitectónica, sobre todo cuando se observa la plaza y algunos edificios solariegos, a la llegada de la influencia de los Fugger (o Fúcares en castellano), banqueros alemanes y gestores de negocios que proporcionaban una voluminosa fortuna que, a su vez, sirvió para la financiación de varios monarcas de la Casa de Austria. Sería la explotación de las cercanas minas de Almadén (sur de Ciudad Real) desde donde se extraía cinabrio (elemento del que obtendrían mercurio) la razón de la elección de Almagro en el siglo XVI como oficina de los administradores germanos enviados por los Fugger. De ese modo los apellidos Wessel o Xedler, sus representantes para tamaña empresa, serían esenciales para embellecer y dotar de nobleza arquitectónica y cultural, por supuesto también poderío económico, a la villa de Almagro. La cual también dispondría de su propia universidad, aunque esto fue obra de el clavero de la Orden de Calatrava, Frey Fernando Fernández de Córdova y Mendoza, en el mismo siglo.
¿Qué ver en Almagro? ¿Qué hacer en Almagro durante una escapada? Pistas para descubrir y disfrutar la ciudad manchega
A continuación es momento de destacar los lugares imprescindibles para una visita a Almagro de medio día o un día de duración. Tiempo que puede resultar adecuado para conocer lo mejor que es capaz de ofrecer el que para muchos se trata de uno de los pueblos más bonitos de Castilla-La Mancha.
1. Conoce la Plaza Mayor más espectacular de La Mancha.
Única en su especie. Una absoluta maravilla de forma rectangular y un tamaño tan tremendo como inusual. De hecho, resulta mucho más espaciosa que las plazas principales de no pocas capitales europeas. Posee reminiscencias del norte, como le gustaba a los Fugger y, sobre todo, a sus enviados alemanes que trajeron consigo no pocos influjos de la Europa septentrional. Con, nada menos, que 104,5 metros de largo y unos 37 metros en su parte más ancha. Sus profundos soportales sostenidos por columnas de piedra estilo toscano, que esconden viejas tabernas y comercios, así como las galerías cubiertas donde el cristal y los maderos verdes le aportan singularidad a esta Plaza Mayor elegante como pocas, tiene aquí Almagro su corazón y su vida.
El espíritu de la plaza del siglo XVI se ha mantenido gracias a la excelente labor de restauración en los años sesenta por parte del arquitecto Francisco Pons-Sorolla y su equipo. Fue entonces cuando a este lugar se le devolvió el esplendor que un día tuviera.
La plaza está orientada en dirección este-oeste. En su costado oriental, de menores dimensiones, se levanta con sillares el edificio del ayuntamiento, más moderno que las demás partes de la plaza, aunque le flanquean una casa-palacio y los torreones del convento de San Agustín, parte intrínseca de la silueta del lugar. Pero, sin duda, lo más destacado y original tiene como protagonistas a los denominados costados mayores, cuyas columnas toscanas levantan galerías de dos alturas. Las vigas de madera vienen pintadas de almagre, el color de la arcilla roja con la que tiene que ver el origen etimológico de la localidad, aunque resulta más llamativo el color verde de las fachadas acristaladas. Al parecer antes fueron también teñidas de almagre. Y después de azul en tiempos de Carlos IV (siglo XVIII).
Al fondo el palacio maestral, del cual queda muy poco, así como unos jardines en lo que fuera la antigua iglesia de San Bartolomé. Hoy día se yergue la estatua ecuestre del hijo más célebre que dio esta ciudad, el conquistador Diego de Almagro, quien participara en la conquista del Perú (aunque su enemistad con el trujillano Franscisco Pizarro le llevó a ser ejecutado en Cuzco) y está considerado el descubridor de Chile y el primer europeo en pisar el suelo de la que hoy llamamos Bolivia.
La Plaza Mayor centra buena parte del tiempo de cualquier visita a Almagro que se precie. Porque desde ella, además se accede al antiguo Corral de Comedias, y se levantan algunos de los mejores mesones del municipio, así como comercios de regalos y souvenirs. Y en Semana Santa desfilan los «armaos», destacando las maniobras estilo castrense de la célebre «Compañía romana», que se deja ver en la plaza en los días grandes de esta gran festividad cristiana.
2. Visita el Corral de Comedias del siglo XVII (y, si puedes, asiste a una representación)
Ni si quiera hay que abandonar la Plaza Mayor para poder visitar el atractivo histórico y cultural de mayor valor de cuantos presume Almagro. Si antes mencionaba la peculiaridad de dicha plaza, mucho más lo es la presencia de este antiguo Corral de Comedias, un espacio abierto donde durante siglos se representaron infinidad de obras teatrales. Sería descubierto en los años cincuenta tras echar abajo los tabiques de una antigua posada con mesón que había funcionado durante mucho tiempo. Dicho hallazgo permitió sacar de nuevo a la luz al considerado como único ejemplo de corral de comedias de cuantos hubo en la España de los Austrias (anteriormente las representaciones tenían lugar en plazas, palacios, etc.) hasta la prohibición de este tipo de establecimientos en en el siglo XVIII.
Un lugar único que se postula a ser Patrimonio de la Humanidad UNESCO (y razones no le faltan). El último testigo del teatro surgido durante el Siglo de Oro español. Que no sólo consistía en «comedias» como parece indicar su nombre. Y es que durante mucho tiempo todo lo representado, salvo los autos sacramentales de evidente carácter religioso, era considerado comedia, incluso las obras más trágicas.
Acceder a este gran teatro popular supone todo un viaje a una época sumamente fértil para las letras españolas y las correspondientes manifestaciones teatrales de los grandes genios de la literatura. El blanco y el color almagre se apodera de vigas y columnatas. Bajo un amplio tablado de madera se encuentra el conocido como patio de los mosqueteros, donde se apelotonaba el público menos pudiente.
Los estados sociales superiores podían permitirse costear una entrada en los graderíos laterales, pero las personas nobles incluso podían alquilar aposentos privados (lo que en futuro denominaríamos palcos). Las mujeres se colocaban en «la cazuela», frente al escenario en la primera planta, con el objeto de impedir que se mezclaran con los hombres y no peligrara la decencia de la que debían presumir de por vida. Pero desde el primer al último actor sabía que donde se la jugaba realmente era con la gente llana que se permanecía de pie a escasos centímetros del escenario. Quienes, con sus aplausos o abucheos, decidían la suerte de las representaciones. El pulgar arriba o abajo no era de la nobleza sino de los humildes «mosqueteros». El auténtico temor de los autores teatrales.
Horarios y precios de la visita al Corral de Comedias de Almagro
El corral de comedias abre sus puertas todos los días en amplísimos tramos horarios, tanto de mañana como de tarde. Son variables en función de los distintos meses del año pero para 2020 el previsto es el siguiente:
Se puede visitar tanto por libre por un precio general de 4€ como teatralizadas a 7€ (aunque en horarios concretos, mucho más reducidos).
También se programan múltiples representaciones teatrales entre la primavera y el otoño, destacando en julio el famoso Festival de Teatro Clásico de Almagro que convierte a esta ciudad de La Mancha en hervidero cultural.
Se puede consultar de manera actualizada información referente a las obras teatrales programadas en la localidad: www.corraldecomedias.com/programacion.aspx
3. Contempla una de las obras cumbres del barroco tardío en San Agustín.
Casi sin abandonar la gran plaza, al lado del ayuntamiento aunque entrando por una pequeña calle, nos encontramos con los muros de ladrillo de la iglesia de San Agustín. Superviviente de un antiguo convento de monjes agustinos recoletos que mandara fundar por deseo en el testamento de uno de los miembros de la familia Figueroa. Se terminó de construir a comienzos del siglo XVIII en evidente estilo barroco. Y, aunque por fuera no parece sorprender con una fachada de mampostería y ladrillo, su interior merece bastante la pena.
Hoy día no está sacralizado el templo y se utiliza para exposiciones y eventos culturales e incluso durante el Festival de Teatro Clásico de Almagro. Su escenario magistral se encuentra dentro (para verlo que hay que pagar 2€), donde destacan las ricas pinturas murales que ornamentan por completo paredes, techos y capillas. Un espacio luminoso, colorista y alegre que los propios vecinos salvaron de ser destruido tras las desamortizaciones, logrando que el propio ayuntamiento lo comprara. Auténtica visión de futuro que permite conservar, aunque lejos de su función original, uno e los mejores ejemplos del último barroco en tierras manchegas.
La iglesia de San Agustín se puede visitar mañana y tarde, aunque con una interrupción entre ambos, tanto martes como miércoles, jueves, viernes y sábados, mientras que los domingos sólo abre de 11:00 a 14:00 horas.
4. Profundiza más sobre el mundo del teatro en el antiguo Palacio de los Maestres de la Orden de Calatrava.
No dejamos atrás todavía el rectángulo de la plaza. En el extremo opuesto al consistorio municipal, justo un costado de la estatua a caballo de Diego de Almagro, quedan un edificio sobre lo que fue el palacio de los maestres de la Orden de Calatrava. Se construyó, al parecer, sobre el viejo castillo almohade, por lo que se puede decir que se alza sobre sobre el origen de Almagro propiamente dicho.
Sirvió como residencia de los distintos maestres que fue nombrando la Orden, aunque también como dependencias administrativas de quienes controlaron una amplia extensión territorial. Al menos hasta que todos lo maestrazgos pasaron a manos de la Casa Real, cuando se convirtió en residencia del gobernador de la villa. En el siglo XVIII su estructura fue severamente modificada para servir de cuartel de la caballería, mientras que décadas más tardes con la desamortización pasó a manos privadas, perdiendo por completo la esencia de lo que un día fue.
Sólo resiste de época de esplendor un bonito patio mudéjar. Hoy día este edificio sirve para albergar el Museo Nacional del Teatro donde se puede repasar una de las artes que, precisamente, en Almagro cuenta con un espléndido aliado.
Horarios y precios de la visita al Museo Nacional del Teatro en los Palacios Maestrales
- Del 1 de septiembre al 30 de junio abre de martes a viernes de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 18:30 horas. Los sábados abre media hora más tarde. Y domingos sólo mañanas de 10:30 a 14:00.
- Julio y agosto el museo se puede visitar de martes a viernes de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 19:30 horas. Al igual que en invierno, los sábados abre media hora más tarde, mientras que los domingos el horario es de 10:30 a 14:00 horas.
El precio de la entrada es de 3€, aunque no pagan menores de 18 años, mayores de 65 así como estudiantes de entre 18 y 25 años que así lo acrediten.
5. Accede al interior del viejo almacén de los Fúcares.
Abandona definitivamente la Plaza Mayor para tomar la calle Feria, con sus muchos comercios típicos donde se pueden comprar berenjenas o recuerdos para toda la vida como los trabajados encajes de bolillos almagreños, de gran tradición en este municipio. La primera calle a mano izquierda (Arzobispo Cañizares) te llevará a un caserón del siglo XVI el cual es conocido como el almacén de los Fúcares, que es como se castellanizaba entonces el apellido de los alemanes Fugger. Y es que este lugar sirvió no sólo como oficina o uno de los lugares desde el que gestionar administrativamente la explotación de las minas de almadén o los réditos de los maestrazgos sino también como almacén. De mercurio y de grano. Curiosa combinación que raramente se podría dar hoy día porque se trata de una sustancia tóxica y dañina para el ser humano y el medio ambiente, pero que entonces hizo aún más ricos a los Fugger, quienes explotaban varias minas y lo vendían casi como si fuera oro.
La visita a este palacete del siglo XVI, que hoy sirve como sede de la Universidad Popular de Almagro, así como parte también del Festival de teatro, que lo convierte en todo un espacio escénico, es otro de los imprescindibles que ver en Almagro sin discusión alguna. Ese patio cuadrado con arcos de medio punto y columnas de orden toscano ha sido y es parte esencial de los intensos aconteceres de la ciudad que antes fue villa.
El almacén de los Fúcares (Fugger) se puede visitar mañana y tarde, aunque con una interrupción en medio, tanto martes como miércoles, jueves, viernes y sábados, mientras que los domingos sólo abre de 11:00 a 14:00 horas.
6. Enamórate del maravilloso claustro del Convento de la Asunción de Calatrava.
Para alcanzar el siguiente punto hay que caminar alrededor de 400 metros desde el almacén de los Fúcares tomando la calle Madre de Dios (su iglesia del siglo XVII es enorme) y dejando atrás incluso una rotonda para llegar a una de las joyas arquitectónicas manchegas. Nos hallaríamos a extramuros, aunque como hoy no queda muralla uno no lo percibe, si bien es cierto que en la vieja Almagro todo queda cerca. ¿Y para qué caminar hasta allí? Pues para no perderse el Convento de la Asunción de Calatrava, antiguo hospital del siglo XVI cuya iglesia, la de mayor tamaño en toda la provincia de Ciudad Real, como las dependencias conventuales, las cuales fueron utilizadas como Cuartel General después de la desamortización, muestran uno de los ejemplos más bellos del renacimiento español en su transición desde el gótico.
Cabe destacar, sobre todo, su claustro rectangular de doble galería, el cual también se utiliza para representar obras de teatro durante el festival, sostenido con sesenta columnas cuyo fuste están moldeados en mármol de Carrara (sobre el que tanto gustara trabajar a Miguel Ángel y otros genios italianos) aunque los capiteles son de arenisca. Un conjunto magistral, icono renacentista donde los haya que, a pesar de no estar adherido literalmente a la Plaza Mayor, justifica este paréntesis fuera del centro histórico propiamente dicho.
El almacén de los Fúcares (Fugger) se puede visitar mañana y tarde, aunque con una interrupción en medio, tanto martes como miércoles, jueves, viernes y sábados, mientras que los domingos sólo abre de 11:00 a 14:00 horas.
7. Callejea por Almagro en busca de los mejores palacetes y casas solariegas.
Almagro es puro reflejo del esplendor almagreño de los siglos XVII y XVII bajo la dinastía de los Austrias y el funcionamiento metódico de la administración Fugger. Y, aunque para entonces, la Orden de Calatrava no gozaba del peso que tuvo en la Edad Media, contar con el Palacio de los maestres en Almagro era símbolo inequívoco de prosperidad en la villa. Razón por la cual muchas familias nobles o simplemente acaudaladas tuvieron a bien disponer de residencias palaciegas o casonas donde vivir y administrar sus negocios y, por supuesto, su fortuna.
Callejear por Almagro es toparse con poderosas fachadas que siguen reflejando con nitidez los escudos heráldicos de las grandes familias almagreñas. La cantidad de casas solariegas que se dejan ver por la ciudad es sencillamente sorprendente. Por eso no puedo dejar de recomendar no quedarse tan sólo en la Plaza Mayor, que da para pasarse horas disfrutándola, sino perderse por las calles que vienen a encontrarse con ella donde pasear sin más. El equilibrio arquitectónico de Almagro, esa armonía que tanto en falta se echa de tantísimas ciudades y pueblos que no supieron preservar su patrimonio, es la razón de ser de «un lugar de La Mancha» cuyo nombre todos recuerdan.
La Casa de los Wessel o la de los Xedler en la calle Nuestra Señora de las Nieves 3 (la fachada más espectacular a mi juicio). El Palacio de los Marqueses de Torremejía y su fabulosa portada (Ronda de Santo Domingo 1). El Palacio de los Oviedo en la calle Marqués de las Hormazas nº9, utilizado como espacio escénico durante el Festival de teatro. La casa del Capellán de las Bernardas en la calle Peralta. El Palacio de los Condes de Valdeparaíso en la calle Bernardas nº2 utilizado para alojar a los artistas que vienen a representar obras teatrales o como aula magna para conferencias y exposiciones. La casa del Prior de San Bartolomé en la esquina de la calle Franciscas… Son muchas las fachadas solariegas que aguardan a los visitantes de Almagro, por lo que encontrarlas e identificarlas durante un paseo por el casco viejo del municipio ciudarrealense.
8. Siéntate a la mesa de un mesón para disfrutar de la buena gastronomía manchega.
Demasiadas visitas para un solo día, ¿no crees? La gastronomía es tan importante en un viaje como lo que vas a ver. Y en Almagro da por hecho de que no vas a salir defraudado. La cocina manchega viene regada de buenos productos de la tierra y, en ocasiones, de cierta contundencia que provoca que acaricies tu barriga saciada utilizando el clásico movimiento de manos como el que protege un tesoro.
¿Y dónde comer bien en Almagro? Existe un buen surtido de restaurantes y mesones típicos en el casco histórico donde satisfacer a los comensales más exigentes.
Sin ir más lejos en la Plaza Mayor, poblada de tabernas y sitios para degustar la comida tradicional. Hay mucho para elegir pero te confesaré mi favorito, el Café Restaurante MARQUÉS (Plaza Mayor, 42. Mira de frente al Corral de Comedias. Tel 926 26 10 69). Quizás su fachada principal no luzca ni parezca demasiado prometedora pero, como las buenas cosas, lo mejor está en el interior. Pasando por la barra de café bar se accede bien a un encantador comedor paredes azules o a un pequeño patio que recompensa en esos momentos en que el clima y el cuerpo piden terraza, pero sin agobios. Un acierto. También CASA TOÑI (Plaza Mayor, 8. Tel 926 86 08 45) representa un clásico de la cocina casera en la plaza y su lasaña de berenjena tiene muchos adeptos. Aunque hay tanto para elegir que da para volver una y otra vez.
Fuera de la Plaza Mayor, aunque en Almagro todo queda suficientemente cerca, te recomiendo tomar nota de los siguientes sitios, que te aseguro son excelentes.
TAPAS TÍPICAS MANCHEGAS QUE PEDIR EN ALMAGRO (Además de berenjenas)
- Tiznao: Bacalao desalado que se asa y se mezcla utilizando aceite de oliva, sal y pimentón con ingredientes que pueden variar pero donde suele haber pimiento rojo seco, cebolla, ajo o patata.
- Asadillo: Ensalada fría de pimientos rojos y tomate. En ocasiones lleva huevo.
- Migas: Con tocino, panceta bien cortada y uvas. Todo un clásico.
- Pisto manchego: Lo mejor de la huerta (calabacines, pimiento, tomate) con los que formar una mezcla imbatible. Y que se diferencia del andaluz, por ejemplo, en que no lleva patata o berenjena.
- Gachas manchegas: Plato campesino, al igual que las migas. Se elabora una especie de papilla con harina de almortas y se le añade ajo, aceite, pimentón y, por supuesto, panceta. No es un plato de régimen precisamente.
- Somallao: En un cazuela de barro se calienta una mezcla de pimientos secos, patatas, ajo y cebolla cruda bien picada.
Y si quieres probar el refresco más demandado durante el Siglo de Oro en los corrales de comedias, acércate al bar restaurante BIKI-BAT (Plaza Mayor, 20 junto al propio corral) y pide un «aloja», el cual lleva agua, miel y canela y otras especias (incluso pimienta). Era algo que se servía frío y supuestamente sin alcohol, aunque hecha la ley hecha la trampa, por lo que no pocos entraban a los teatros habiéndolo mezclado con algo de vino.
Sólo BIKI-BAT puede presumir de poseer una receta familiar y secreta utilizada durante siglos, por lo que puede ser una opción ideal para probar el refresco típico que se servía ya hace 400 años en la alojería antes de que arrancara la función teatral.
9. Trata de alargar tu estadía para completar la ruta y quédate a dormir en Almagro.
Si ancha es Castilla, vasta es La Mancha. Y utilizando Almagro como base hay un montón de sitios interesantes que visitar a no mucha distancia. He aquí algunos:
- Venta de Borondo (17 km): Próximo a la localidad de Bolaños de Calatrava. Una venta (en restauración) de los tiempos del Quijote. Hay quien asegura que era aquella con torres que haría creer al ingenioso hidalgo de La Mancha que se trataba de un castillo. Se puede visitar por fuera tomando un camino de tierra.
- Parque Nacional de las Tablas de Daimiel (35 km): Uno de los mejores humedales de Europa con presencia de numerosas especies de aves.
- Motilla del Azuer (35 km): Asentamiento de la Edad del Bronce con murallas concéntricas. Una fortaleza de la prehistoria que sorprenderá a los amantes de la arqueología. Muy próximo a Daimiel.
- Castillo de Calatrava la Nueva (35 km): Uno de los mejores castillos medievales de toda España cuyos muros narran la historia de la Orden de Caballeros de Calatrava.
- Calatrava la Vieja (25 km): La que fuera primera sede de la Orden de Calatrava, quienes recuperaron para la cristiandad esta localidad fortificada edificada por los omeyas durante el califato. El Al-Ándalus y la Orden del Temple en las ruinas de una antigua ciudad del valle medio del Guadiana.
- Viso del Marqués (55 km): Nadie imaginaría el archivo de la Marina española en plena llanura manchega, a un paso de Despeñaperros. Ni mucho menos un palacio como el del Marqués de Santa Cruz, con valiosos murales de batallas en las paredes de un lugar que parece sacado de la Toscana.
Para quedarse a dormir en Almagro el lugar más célebre es, probablemente, el Parador Nacional (Ronda San Francisco, 31), situado en un antiguo convento franciscano del siglo XVII. El Hotel Rural Posada de los Caballeros (Calle Granada, 12) también ocupa un edificio histórico, incluso más antiguo que el del propio Parador, con las habitaciones dispuestas en torno a un típcio patio manchego. Las habitaciones con mayor encanto podríamos encontrarlas muy probablemente en el Hotel Boutique Arte y Descanso (Ronda de San Francisco 23).
10. Compra berenjenas. ¡Son las mejores!
Hay un refrán popular que dice «En Almagro berenjenas a carros». Sin duda es su producto más reconocible, con Denominación de Origen y su utilización en múltiples facetas de la cocina ciudarrealense. Su secreto está en el aliño con el que se macera este rico encurtido cuyo origen se remonta a la cocina andalusí. De hecho serían los omeyas quienes traerían desde la lejana Siria este fruto a la Península Ibérica en tiempos del califato de Córdoba.
No hay recuerdo más rico de una visita a Almagro que sus berenjenas cultivadas de manera exclusiva en la comarca de Campo de Calatrava.
Historia de Almagro: De castillo a villa y de villa a ciudad
Origen de Almagro
Si bien las motillas íberas conservadas como la del Azuer junto a Daimiel, así como algunos hallazgos menores de la época romana y visigótica, nos indican que el territorio donde se levanta Almagro tiene un largo pasado, habría que remontarse a la existencia de un castillo que los árabes denominaron al-magrib cuyo significado sería «El oeste» y que serviría para controlar las rutas que conectaban las ciudades de Córdoba y Toledo. Aunque, al parecer, el topónimo de la localidad se debe a arcilla rojiza en una zona con presencia de óxido de hierro que da origen al conocido como «color almagre», utilizado precisamente en las vigas y columnas, así como algunos edificios del municipio.
Sede de la Orden de Calatrava
No sería hasta el siglo XIII cuando la existencia de Almagro empezara a gozar de una mayor relevancia. Sobre todo cuando los maestres de la Orden de Calatrava llevaron su residencia y administración a la ciudad principal del extenso territorio que abarcaban. Anteriormente la sede se hallaba en el impresionante castillo de Calatrava la Nueva, a poco más de treinta kilómetros de distancia hacia el sur (y parte esencial para una ruta por el Campo de Calatrava). A partir de entonces sería proclamada villa, le sería otorgado su propio fuero y celebraría Cortes en 1273 convocadas por Alfonso X el Sabio. Amurallaría su recinto, se levantaría la iglesia de San Bartolomé, y otros edificios de carácter público como la cárcel o el pósito.
En Almagro la banca siempre gana bajo «el reinado» de los Fugger
Pero algo marca un antes y un después en la historia almagreña fue el instante en que los Fugger (los Fúcares en versión castellanizada) hicieran llegar sus largos tentáculos en esta localidad. Esta familia alemana que antes había ayudado con un enorme dispendio económico para que el Rey Carlos I fuese elegido Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, fueron los banqueros del reino y los gestores de una serie de negocios en los que podrían obtener un pingüe beneficio, tanto en el continente europeo como en el americano. Su «empresa multidiversa» les haría recibir unas rentas incalculables, con las cuales financiarían un estado abocado a la bancarrota por sus continuas guerras y la administración en el Nuevo Mundo. Pero la explotación de las cercanas minas de cinabrio de Almadén (del cual se obtiene el mercurio) sería el detonante definitivo para instalar su sello en la próspera villa de Almagro.
Los Fugger, a través de sus administradores los Wessel y los Xedler quienes se quedarían en Almagro para controlar las minas y levantarían imponentes casas solariegas en la villa (tanto sus residencias como edificios administrativos), influirían en el embellecimiento y crecimiento de Almagro. Arquitectónicamente hablando se aprecia en la Plaza Mayor, de galerías cerradas y más propia de territorios septentrionales de Europa que de la sobria Castilla. Es posible que fueran los impulsores, además, de la gran tradición del encaje de bolillos que existe en Almagro.
Floreciente y universitaria
Desde entonces Almagro no deja de crecer. El Cardenal Cisneros funda un monasterio franciscano, el clavero de la Orden de Calatrava, Frey Fernando Fernández de Córdova y Mendoza, logró con gran esfuerzo que la villa contara con su propia universidad en el convento de Nuestra Señora del Rosario. De Almagro saldrían, además, personajes ilustres como Diego de Almagro, conquistador y archienemigo de Pizarro, quien sería el primer europeo en llegar a Chile o Bolivia.
El declive paulatino de Almagro
Durante el siglo XVIII sería proclamada capital de la provincia de La Mancha, aunque posteriormente este título pasó a Ciudad Real. El reinado de Carlos III no sería muy beneficioso para la villa, cuya universidad perdería importancia y multitud de edificios religiosos serían paulatinamente desmantelados. Sería en 1791, bajo el reinado de Carlos IV, cuando Almagro recibiría el título de «ciudad».
La industria de los encajes (en Almagro serían blondas) así como las archiconocidas berenjenas serían otros de los impulsos que recibiría esta ciudad en el siglo XIX, aunque poco a poco le seguiría un periodo donde toda la prosperidad ganada en otros tiempos fue cayendo en barrena. No ser capital le afectó sobremanera. Pero más aún la invasión napoleónica, las guerras carlistas y la desamortización de las propiedades eclesiásticas. Se marcharon las órdenes religiosas, muchos nobles y todo lo que acarreaban a su alrededor.
Siglos XX-XXI
En los años cincuenta se descubriría y restauraría el Corral de Comedias después de ver lo que escondían los muros con los que se había tapiado el mesón/posada de la Plaza Mayor. En 1978 nacería el Festival de Teatro Clásico de Almagro convirtiéndose en un evento que dura varias semanas de julio y que trae grandísimas representaciones al lugar que siglos antes vería lucir a los actores en estas mismas tablas. Todo un acontecimiento cultural capaz de revolucionar por completo la ciudad.
Almagro, cuyo casco histórico fue declarado Conjunto histórico-artístico en 1972, es uno de los enclaves turísticos más apreciados de La Mancha. Y se postula para que su particular Corral de Comedias sea declarado Patrimonio de la Humanidad, un reconocimiento que si algún día llega sería más que merecido. Su proximidad, además, a otros enclaves de interés en el Campo de Calatrava así como al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, lo convierten en una opción turística excelente.
Deseo con ilusión que esta pequeña guía de Almagro te pueda resultar útil para disfrutar de una bonita escapada a esta ciudad manchega. Si tienes algún apunte que crees que es necesario reflejar, algún dato erróneo o te apetece aportar cuál ha sido tu experiencia en Almagro, no dudes en dejar un comentario debajo de este artículo.
¡Salud y viajes!
Sele
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Autor: Sele
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