Escaparme por un rato de la tranquilidad de Capiatá, caminar sola, descubrir qué ver en Asunción del Paraguay, una de las ciudades capital de Sudamérica y perderme feliz por sus calles, viendo el sol atardecer.
La verdad es que de alguna forma disfruté de Asunción del Paraguay. No se si la conocí bien o no, supongo que me he quedado con esas pequeñas pinceladas que guardo con amor. Imágenes y pensamientos de un mapa tentativo que voy dibujando en mi cabeza.
Qué hacer y qué ver en Asunción del Paraguay en un día:
✎ Primera toma de contacto con Asunción del Paraguay:
Mi primer contacto con Asunción un poco más intenso que bajarse de un bus y subirse a otro en la terminal, empezó el día que fuimos a ver jugar al Cerro Porteño a la cancha de Asunción, al estadio Defensores del Chaco. Ya ni siquiera recuerdo contra quién jugaban, pero eso era lo de menos.
Yo lo que quería era poder vivir por un rato esa emoción de la barra de la que Edi tanto me había hablado, aprender las canciones típicas y animar como uno más.
Era un partido pequeño, pero no importó. Los pocos que nos fuimos a la cancha saltamos y cantamos al ritmo de los bongos de la barra. Además Cerro ganó, así que nos fuimos contentos.
«Señores soy del ciclón del barrio obrero,
es un barrio de borrachos y farloperos,
es un sentimiento que lo llevo en el corazón,
azulgrana yo te quiero ver campeón.
Dale dale el Ciclón!!!!!
dale el Ciclón!!!!!»
Después de la cancha vino el primer paseo por las calles de Asunción tratando de descubrir qué ver en Asunción del Paraguay: de noche y en auto, pero ya sabes, algo es algo.
Así pude ver desde la ventanilla el Panteón Nacional de los Héroes, la antigua Estación de Ferrocarril, el Palacio de Gobierno, (que de noche, con tanta luz de colores, parece más bien un club de alterne de alto lujo), sus plazas, la costanera y sus reflejos, la pobreza de la Chacarita y el lujo de la Av. Mariscal López, además de su tráfico. La calle de Palma, la calle de España, los grandes centros comerciales y los bares más en onda (y más caros) de Asunción.
El Panteón Nacional de los Héroes.
✎ 2º contacto tratando de descubrir qué ver en Asunción del Paraguay:
La siguiente visita a Asunción del Paraguay, para variar, fue también de noche. Vane y yo llegábamos de un largo día en Areguá y nos esperaba un cumpleaños en el Britannia Pub, uno de los referentes de la noche Asuncena desde 1990. La verdad es que es un lugar agradable donde reunirse con los amigos. Se ve mucha gente aún con la ropa del trabajo desestresándose por un rato.
✎ 3º contacto tratando de descubrir qué ver en Asunción del Paraguay:
Por fin llegó el día en el que pude escaparme e ir a descubrir qué ver en Asunción a mi propio ritmo y con mis propios pies, sin rutas ni direcciones. No se en qué lugar empecé a caminar, solo se que Vane me «soltó» por ahí y ya yo anduve a mi aire.
Llegué a la plaza de las artesanías, donde estuve viendo algunos de los objetos que vendían y estuve tentada a comprarme un vasito para el tereré. Caminé por la plaza de la Libertad, la plaza de la Democracia, la de Uruguay y otra más de la que no recuerdo el nombre.
Me entró el hambre y cansada de tanta empanada, llegué al McDonals (no me maten por favor, me avergüenza decir que entré a comer al McDonals, pero algo bueno tenía que tener). Terminando de comer se me acercó un chico rubio que había estado comiendo un helado. De lejos se veía que era extranjero y que estaba viajando. Se acercó para preguntarme en un español aún algo rudimentario si podía sacarle una foto a mi tatuaje. Conversamos un rato. Se llama Nicolás y lleva un año viajando a dedo. Nos pasamos los contactos y cada uno siguió por su lado.
Yo bajé hacia la costanera. Pasé por el Palacio de Gobierno, ahora de día, y me acerqué al principio de la Chacarita, donde estuve bien tentada de entrar, pero finalmente, temiendo por mi cámara, decidí seguir las recomendaciones y me resigné a tomar un par de fotografías desde la entrada.
Finalmente llegué a la costanera. A pesar del sombrero el sol caía pesado sin apenas sombra alrededor. La sensación de tener un abundante masa de agua al lado no refrescaba mentalmente suficiente. Ni siquiera meter la cabeza bajo la ducha ayudaba demasiado. Aún así pude caminar aguantando el calor un buen rato y aproveché a sacar algunas fotos más a la Chacarita ahora desde su otro lado, con los edificios de la ciudad detrás. La verdad es que llama la atención la proximidad de tal contraste.
Cuando el sol empezó a bajar en Asunción del Paraguay decidí hacer un pequeño descanso en la «playa» de la costanera. La verdad me sentó bien sentarme por un rato tranquila en la arena. Primero llamé la atención de un chico que se sentó cerca de mí y con el que pude conversar un rato. El atardecer tuvo entonces sonido house y atrajo a dos chicos más.
Hablamos un rato los tres y fue hora de despedirme. Había quedado con Vane a las 7 y no sabía bien cómo llegar, así que, aunque me hubiese gustado quedarme un rato más sobre la arena o seguir descubriendo qué ver en Asunción, eché a andar.
Decidí preguntar directamente por el Pub Britannia, el punto de encuentro planeado. Es un lugar bastante conocido, así que no debía tener problema para llegar; finalmente no fue tan sencillo. Las indicaciones que me dieron no fueron exactas ni mucho menos.
Primero estaba a tres cuadras, tres cuadras más lejos estaba a cuatro cuadras más. De repente parece que se mudaba de calle y entonces caminaba más. Catorce cuadras por delante, gira a la izquierda. Brasil a la derecha. Total, di una enorme vuelta para llegar, pero me gustó perderme finalmente por un rato y dejar a mi cabeza imaginar historias detrás de las ventanas de las casas que a mi paso encontraba.
Creo que ese rato, el descanso en la playa y perderme por las calles tratando de descubrir qué ver en Asunción fue lo mejor para mí de Asunción. No saber dónde estaba y buscar un lugar que parecía moverse en redondo y así yo redondear.
Inventar historias, ver el naranja del sol tras las esquinas, reflejarse en el asfalto. Ver una parejita mirarse coquetamente a cada lado del tereré, entrar a preguntar a una tienda para sentir por un momento el aire acondicionado. Sacar el mapa que me había dado Vanesa por si acaso y mirarlo como una estúpida buscando calles que no tenía claro si eran o no. Descansar a la sombra de un árbol mientras observaba el de enfrente y finalmente a la caída de la noche, llegar, para que con la falta de luz, me pidan la cédula a la entrada del Brit confundiéndome con una adolescente.
Un abrazo,
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Autor: Andrea Bergareche
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