Hasta el año 2006 la única manera de conectar la ciudad de La Paz con la Amazonía era cruzando la carretera de los Yungas. Esta la hicieron los presos paraguayos durante la Guerra del Chaco, y consiste en más de 80 kilómetros de giros esperpénticos con acantilados que te ponen la piel de gallina.
Tiene unas pendientes que a menudo superan el kilómetro de altitud, con un carril sin quitamiedos que a veces mide 3m de ancho. Por supuesto, el camino es de piedra, y debido a la inmensa cantidad de lluvias que se producen durante el verano, se suelen ver desprendimientos.
Y sí, nos dieron la oportunidad de bajarla en bici y eso decidimos hacer. Os contamos:
Preparativos y ascenso a «La Cumbre»
Nos despertamos a las 6.30am para prepararnos un desayuno que no terminaríamos comiendo. Los nervios estaban presentes. Nos subimos en la «furgonetilla» junto con los otros 13 amigos que haríamos esta barbaridad de ruta, y en poco más de una hora llegamos a la zona llamada La Cumbre, donde, a 4.700 metros de altura, nos instruirían respecto al buen uso de las bicicletas, sus frenos, etc…
Ni que decir tiene que, pese a estar acostumbrados a vivir en La Paz, subir hasta una altitud tan elevada cuesta, y mal de altura a veces se hace notar. No es tan exagerado como dicen, pero hay un 35% menos de oxígeno y se nota. Esa es la realidad.
Después de que cada uno eligiese su bicicleta y se metiese en el mono nos hicimos un par de fotos y en un abrir y cerrar de ojos estábamos todos ya en fila india descendiendo un puerto de montaña.
Al principio se baja en carretera de asfalto, para ir pillando el truco a la bici, conociéndola, etc… Será tu mejor aliada más tarde, eso seguro.
Bolivian Bike Junkies, nuestro tour amigo
Contratamos el tour con ésta agencia porque otros amigos la habían hecho ya, y la recomendaban. La verdad es que no podemos quejarnos de nada respecto a la gestión. Venían dos guías (uno iba delante del todo y el otro detrás) y de coche escoba la furgonetilla con las mochilas y toda la parafernalia de cada uno.
Después de hacer un par de pruebas, ver que los frenos funcionan, y que las ruedas estaban en buenas condiciones, llegamos al inicio de la carretera de la muerte aventura.
Descendiendo la Carretera de la Muerte en Bicicleta
Ahora sí que sí, empezamos con el descenso…
Bueno, por suerte fue en estático y no sufrió. Vayamos con la carretera, que me está entrando vértigo sólo con recordar el lugar.
Después de alguna instrucción más por parte de los guías, que la verdad es que estuvieron atentísimos en todo momento (y supieron entender muy bien nuestra emoción/cague) empezamos a bajar poco a poco. Con respeto.
Pero la verdad es que poco a poco te ibas acostumbrando a la concentración, la adrenalina, y veías cómo en cada curva había un barrando de cientos de metros. Muchas cruces de camino recordaban a quienes no pudieron continuar.
De hecho, muchas historias de accidentes que por suerte nos contaron a final de la travesía.
Giro, Freno, Freno, Giro, Miro, Freno
(bis)
El descenso en bicicleta por la carretera de la muerte es básicamente eso. Giro despacio, freno freno, con cuidado, no cojas velocidad, cuidado con las piedras, aprovecho a mirar las impresionantes vistas durante una milésima de segundo y de nuevo los ojos a la carretera porque toca giro, giro, freno freno, giro freno.
Después de 64kms os prometo que no pedaleé. Ni una vez.
Eso sí, terminas con los dedos conmocionados de tanto frenar, y con el culo reventado del sillín yyyy deeee taaaaantaaaaas pieeeeedrrrraaaaas.
Pero cruzas por lugar impresionantes, debajo de una cascada, un río, la famosa curva del diablo (no quiero ni contaros por qué) y unas vistas impresionantes de lo que es un regalo de la naturaleza y probablemente un castigo y venganza de los presos paraguayos que hicieron la carretera.
Conclusión y recuperación
Al final del tour, y de varias fotos aquí y allá, terminas en una piscina con comida buffet. Así, a lo loco.
Unas horas antes estabas en la cumbre de una montaña en lo más alto de los Andes, a 4.700m de altura con nieve a tu alrededor y ahora estás en bañador y sin camiseta con un clima tropical de narices.
Eso es Bolivia amigos, uno de los países con más biodiversidad del mundo, y sin duda marcado por sus contrastes.
Y ¿tú? ¿Conocías la Carretera de la muerte? ¿Te atreverías a bajar por ella? Si has llegado hasta aquí déjanos un comentario más abajo, ¡que queremos leerte!
Autor: Leticia Gómez Jiménez
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