Para quienes el fin de un viaje no es meramente el destino, sino el camino que llevar a cabo uniendo localizaciones, escenarios y experiencias, han nacido las carreteras paisajísticas de la provincia de Cáceres. Una manera de vertebrar determinadas comarcas a través de una propuesta de turismo a cámara lenta, añadiendo valor a una ruta donde la suma entre el visitante, su vehículo y el entorno permite obtener un magnífico resultado en forma de vivencia inolvidable. Algo que pude experimentar recientemente a través de un roadtrip basado en determinadas carreteras paisajísticas cacereñas. Hoy inicio en El rincón de Sele una serie de tres escritos donde me pongo al volante para mostraros recorridos de interés por la provincia. Y comienzo narrando una ruta por la carretera paisajística entre el Valle del Jerte y el Valle del Ambroz, una manera de unir escenarios irrepetibles coincidiendo con su plena explosión otoñal donde los colores inundan de belleza los parajes que se atraviesan.
Jerte y Ambroz, Ambroz y Jerte, dos valles en los cuales el otoño es capaz de teñir de magia sus ambiciosos perfiles cromáticos. No sólo a través de delicados bosques caducifolios sino también por rincones históricos, pueblos con encanto o ríos a la deriva en un inmenso tapiz de hojas bajo el aroma de las castañas y una chimenea recién encendida. Y una carretera paisajística para enlazar ambas comarcas y lograr armar una escapada de sabor muy dulce.
Carreteras paisajísticas de Cáceres: Cuando la meta es el camino
Viajar lento a través de los paisajes más característicos de la provincia de Cáceres y, de ese modo, poder mostrar el alto valor cultural, patrimonial y natural de los territorios. Ese es el objetivo de la Diputación de Cáceres para el cual ha diseñado y señalizado nada menos que ocho recorridos en carreteras paisajísticas por determinados parajes con cierta enjundia. Las comarcas de Sierra de Gata o de Las Hurdes, las reservas de la biosfera de Monfragüe o el Parque Transfronterizo Tajo Internacional, el Geoparque Mundial de la UNESCO Villuercas-Ibores-Jara así como los valles del Jerte, el Ambroz, sin olvidar a la comarca de La Vera o a Tierras de Granadilla, forman parte de este collage de carreteras secundarias desde las cuales los viajeros pueden conectar con el entorno y, por supuesto, utilizar estas vías para el diseño de sus itinerarios por la provincia.
Hitos geológicos, miradores, árboles singulares corresponden a algunos de los criterios tenidos en cuenta de cara a la concreción de este prometedor proyecto donde el contacto con el paisaje y con lo local van de la mano. Con su señalización correspondiente, la adecuación de paradas, merenderos, miradores y carteles explicativos donde interpretar el entorno por el que se viaja. Sin duda, un valor seguro.
CARRETERA PAISAJÍSTICA JERTE-AMBROZ
- Distancia a recorrer: 52,8 km.
- Carreteras que forman parte de la ruta: CC-15.3, CC-136, CC-58, CC-102, N-110.
- Municipios principales que toca la carretera paisajística: Casas del Monte, Segura de Toro, Gargantilla, Hervás, Jerte.
- Claves del recorrido: Bosques caducifolios de robles y castaños (además en otoño), la judería de Hervás, la Vía Verde de la Plata, el Puerto de Honduras y los cerezos y gargantas del Valle del Jerte.
- Mes de realización de la ruta: Noviembre de 2022. Coincide con el Otoño Mágico del Valle del Ambroz (Fiesta de interés turístico Nacional) y la Otoñada en el Valle del Jerte.
- Jornadas invertidos en la ruta: 2 días.
- Más información en: www.turismocaceres.org.
- Relatos de otras carreteras paisajísticas de Cáceres.
La carretera paisajística de Jerte a Ambroz se puede realizar, como no podría ser menos, en el sentido que se desee. En mi caso inicié el recorrido en Casas del Monte (Valle del Ambroz) para terminar en el Valle del Jerte, por lo que el orden de los hitos de la ruta aquí mostrados tendrán en cuenta el viaje realizado.
Algunas paradas esenciales de la carretera paisajística entre los valles del Ambroz y del Jerte
Casas del Monte
Me desvío de la Autovía Ruta de la Plata para dirigirme a Casas del Monte. El inicio de la carretera paisajística está en la CC 15.3, justo antes del puente. Por aquí pasa la Vía Verde de la Plata o, lo que es lo mismo, el antiguo trazado del ferrocarril que comunicaba Astorga (León) y la villa cacereña de Plasencia. Ahora mismo entre Plasencia y Béjar (Salamanca) hay a disposición de aficionados al senderismo y a la bicicleta una ruta de más de sesenta kilómetros. Y es posible sumarse a esta vía o camino natural en Casas del Monte, en el cual sobreviven algunos vestigios de su pasado ferroviario.
Casas del Monte correspondería a la parte del Valle del Ambroz limítrofe con Tierras de Granadilla o, lo que es lo mismo, aún en plena llanura de dehesas, quedando aún alejadas las frondosas montañas que pintan de ocres, rojos y amarillos su conocido otoño mágico.
Segura de Toro
Los restos de una antigua fortaleza templaria destacan sobre esta población donde predomina la arquitectura popular. Pero no es la única huella del pasado de la localidad, pues en la Plaza Mayor se yergue un «verraco de piedra» vetón. Y es que el «de Toro» viene precisamente por esta figura granítica prehispánica que se asemeja a los famosos Toros de Guisando que se encuentran en la provincia de Ávila. O en tantas localidades extremeñas y lusas que guardan un origen común.
A la salida del pueblo dirección Gargantilla la Garganta Sierra Cabrera muestra el vigor del agua tras las últimas lluvias de noviembre. Durante el verano ésta constituye una célebre piscina natural donde aliviarse de la canícula.
En Segura de Toro nace precisamente una hermosa ruta de senderismo hacia los Castaños del Temblar. Algo menos de 4 km de sendero por la SL-CC 93 y dificultad baja. Para llegar a los castaños centenarios, protegidos como árboles singulares (Hondonero, Retorcío, Bronco, del Arroyo y Menuero.), no requiere gozar de demasiada forma física pues el desnivel es mínimo. La única consideración a tener en cuenta radica en que no se puede acceder a la zona desde noviembre hasta enero, pues la afluencia de visitantes esquilmaba de castañas a estos árboles, razón por la cual los dueños de la finca se vieron obligados a cerrar el paso en esta época del año.
Gargantilla
La carretera paisajística deja apreciar mejor las montañas y los árboles de hoja caduca que flanquean el paso de los vehículos. De hecho ésta llega a atravesar el corazón de esta localidad de menos de cuatrocientos habitantes donde se ha mantenido hasta hoy día el diseño de casas con balcón saliente de madera, rasgo de la arquitectura popular típica en este área de la provincia de Cáceres. La iglesia de Santiago Apóstol, el barro de Perché o la Plaza de la Libertad son algunos de los escenarios más recomendables para apreciar la fisionomía de Gargantilla. Para asomarse al paisaje nada mejor que el balcón de Aldeanueva o zambullirse si el calor aprieta en la piscina natural que aprovecha las aguas de la conocida como Garganta de la Buitrera.
Con opciones para realizar senderismo y admirar árboles singulares. Así como una carretera formidable que en apenas un cuarto de hora te pone en Hervás, con seguridad el pueblo más fascinante de la ruta.
Hervás
La CC-102 desde Gargantilla a Hervás deja de lado los campos de cultivo y las dehesas para empezar a mecerse en curvas buscando Hervás a través del bosque. Quejigos y castaños se cierran en firme para empujar durante unos pocos de kilómetros más. Pasada la plaza de toros, una ermita y un merendero tenemos dos opciones, o seguir hacia la derecha para subir el Puerto de Honduras o dirigirse a la izquierda para adentrarnos en Hervás, considerado uno de los pueblos más bonitos de España y, de seguro, el mayor hito en cuanto a patrimonio histórico y cultural de toda la carretera paisajística Ambroz-Jerte. ¿Qué se puede decir de Hervás? Todo es quedarse corto. Podía empezar por su emplazamiento entre los últimos coletazos de la sierra de Gredos con castañares y robledales milenarios siendo acariciados por las frecuentes neblinas otoñales. Para rematar en su irregular callejero que desde el puente de piedra donde aporrean con fuerza las aguas del río Ambroz hasta las vistas prodigiosas que nos ofrece la iglesia de Santa María de Aguas Vivas, un faro en toda regla que vigila por completo el valle, renace con fuerza su antigua judería. Hervás forma parte de Caminos de Sefarad, la Red de Juderías de España, recordando así su pasado hebraico. El mejor homenaje a este periodo se lleva a cabo caminando por el empedrado, admirando las fachadas donde los entramados de madera abrazan desde hace siglos el adobe y la piedra, probando unos dulces de origen sefardí de Abigail Cohen quien se encarga de recuperar los insondables trazos de unión de la religión judía con Hervás. Las pequeñas genialidades del obrador de Abigail se hallan en tres tiendas tradicionales del propio Hervás como Artesanía El Lagar, Tiendita del Convento y Pastelería la Extremeña.
Conviene recordar la Fiesta de los Conversos, un festival a pie de calle que coincide normalmente con el último fin de semana de junio donde se recrea lo que sucedió en un lugar como Hervás (y tantos otros pueblos y ciudades del Reino de Castilla) tras el Edicto de expulsión de los judíos en 1492 por parte de los Reyes Católicos. Con actuaciones teatrales, mercados medievales y una gran cantidad de actividades que se dejan notar en un municipio que se vuelca por completo en este acontecimiento. Más información en la web oficial losconversos.com.
En una ruta de este tipo (recuerdo que vamos siguiendo la carretera paisajística Jerte-Ambroz), Hervás constituye una parada esencial donde tener en cuenta, incluso, la posibilidad de pernoctar (existen numerosos alojamientos, restaurantes, etc.). Pues las posibilidades desde aquí son máximas de cara a recorrer a fondo el Valle del Ambroz. Una de las opciones más apetecibles, de hecho, se halla en la ya mencionada Vía Verde de la Plata, pues atravesando el antiguo Puente de Hierro se goza de unos paisajes soberbios.
Durante mi roadtrip me quedé a dormir en la propia Hervás (Hotel Spa La Sinagoga) y disfruté del Secreto Ibérico del Mesón Bar Anvi con su receta secreta, y válgame la redundancia, donde mezclan la carne con diversas hierbas aromáticas que le aportan un sabor muy especial.
Subida al Puerto de Honduras desde Hervás
Abandono Hervás para comenzar la subida al Puerto de Honduras. A escasos dos minutos de salir, poco antes de alcanzar la plaza de toros de Hervás me detengo en la Fuente de Pedregoso, en la cual el río Gallego pasa raudo en una foresta cerrada dejando una postal hermosa de la época otoñal. Aunque no he hecho más que iniciar un viaje al otoño más puro, al otoño mágico del Valle del Ambroz, que en la serpenteante CC-102 permite disfrutar de un bosque denso de castaños (Castañar Gallego).
Esta parte de la carretera paisajística se convierte en un verdadero túnel de vegetación. Decenas de miles de árboles de gran longitud se encargan de impedir la práctica visión del cielo. La foresta crea sus muros porticados de madera y hojarasca. Suena Loreena McKennitt en la radio. El camino no puede ser más bucólico. Me tomo la subida como un viaje en slow motion entre castañares y robledales. El mejor ejemplo de que el objetivo no se trata de llegar a un destino concreto sino de disfrutar del entorno que te acompaña y te envuelve a cada kilómetro.
Por momentos las arboledas permiten abrirse como una ventana y mostrar la curvatura de otros montes a los cuales tampoco le falta frondosa vegetación. La niebla se disipa en algunos tramos mientras que se refuerza en otros. Siento que la carretera me abraza y me protege. No quiero llegar sino estar.
El Puerto de Honduras me recibe con una niebla espesa a sus 1440 metros de altitud. Un frío y viento terribles marcan el punto más elevado de la ruta y el final de la comarca del Valle del Ambroz.
Descenso del Puerto de Honduras en la comarca Valle del Jerte
Aquí los inviernos suelen ser duros y no es extraño que el tráfico se interrumpa durante algunas semanas al año. Y, si no, la niebla. Durante unos instantes conduzco sobre la invisibilidad más absoluta. Nada hace atisbar que el Valle del Jerte está ahí al lado, con su clima más benigno, sus cerezos y sus saltos de agua brindando en uno de los parajes más célebres de Cáceres y de toda Extremadura.
No muchos saben que en el Puerto de Honduras se encuentra uno de los abedulares más singulares del sur de Europa. Cuesta imaginar que no hace tanto tiempo por aquí deambulaban los osos y los lobos. Siempre fue un refugio faunístico de primer nivel, aunque hoy quienes reinan son las aves, rapaces, carroñeras y paseriformes, quienes aprovechan los pedregales para refugiarse antes de batir alas. Me detengo en el mirador de los molinos. Aún llueve. El viento cierra de un portazo cualquier posibilidad de salir a caminar, pero poco a poco se van disipando la opacidad perpetrada por la niebla para empezar a dejar ver algo más. Hay arbustos teñidos de rojo. Y algunos robles se retuercen sobre sí mismos como en un film de Tim Burton. Es la versión más desconocida del Valle del Jerte, aunque aún puedo considerarme en una cima que nada tiene que ver con lo que aguarda a tan sólo unos minutos más abajo.
Llego al Mirador del Cerezo en flor, otra parada con bancos de esta carretera paisajística, la cual durante la primavera permite observar con certeza y asombro la floración de los cerezos. La niebla ya sólo coquetea con los reductos más elevados de la montaña, por lo que permite admirar el Valle del Jerte en su esplendor otoñal. La primavera es magistral aquí, por supuesto, pero la otoñada permite gozar de una versión diferente de la comarca.
Los japoneses lo llaman Momiji 紅葉 a ese deambular de colores otoñales. Pero en el Valle del Jerte la otoñada también forma parte de su esencia. Para mí, de hecho, aquí se sitúa uno de los mejores otoños de toda España, pues la combinación de los bosques de robles y castaños con los bancales donde se cultiva el cerezo, que también sabe jugar a esto de teñir sus hojas, son un regalo imbatible.
Por cada curva un paisaje excepcional. Resulta imposible no detener el vehículo para buscar nuevas perspectivas del paisaje y tomarles fotografías. El descenso al Jerte desde el Puerto de Honduras resulta tan dulce cuesta resignarse que la carretera se va a terminar en algún momento. Pero lo hace, la carretera paisajística llega a su fin. O, para muchos quién sabe… al principio.
Llegada a Jerte
Gargantas y arroyuelos se desdibujan en su llegada a un impetuoso río Jerte que no espera por nadie. Son aquí los dominios de la N-110, otra carretera para tomar nota y que empieza en la provincia de Soria para morir en Plasencia (y viceversa) y de la que cabría hablar algún día, pues pocas nacionales atraviesan tantos lugares épicos. Me planteo si visitar de inmediato la Reserva Natural Garganta de los Infiernos, uno de los imprescindibles del Valle del Jerte, aunque antes me acerco al pueblo de Jerte para pasear por la emblemática calle Coronel Golfín y admirar la fachada de Nuestra Señora de la Asunción.
Las opciones en el valle son tantas que da para otro viaje. Incluso para otra carretera paisajística (Jaraíz, Garganta la Olla, Piornal, Cabrero, Casas de Castañar, El Torno, Cabezabellosa y Villar de Plasencia). Precisamente la próxima a narrar en este blog de alguien que se declara amante de la Provincia de Cáceres.
Continuará….
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
PD: No te pierdas todos los artículos sobre la provincia de Cáceres en este blog. O, en concreto, la serie de posts dedicada a carreteras paisajísticas de Cáceres. Así como la sección RINCONES DE ESPAÑA.
Autor: Sele
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