Ruta por la carretera paisajística La Vera-Jerte-Cáparra

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Cuando se desliza de manera suave el dedo índice sobre un mapa de papel resulta posible afirmar que el viaje ha comenzado. Bajo una tímida luz tardo-otoñal y el trompeteo de las grullas sobrevolando por las dehesas extremeñas, se abalanzan los hitos de una de las carreteras paisajísticas de Cáceres donde, más que el destino, importa la manera de llegar a éste. La cara más agreste de La Vera, la caricia de los cerezos del Valle del Jerte y las deliciosas curvas hasta el antiguo yacimiento romano de Cáparra pesan como una losa en cada etapa de un viaje de casi setenta kilómetros en el cual uno se sumerge entre panorámicas memorables, asombrosas tradiciones culturales cuyo origen se pierde la noche de los tiempos, árboles singulares y pueblos aferrados a columnas y balcones de madera. Llega aquí, por tanto, el segundo recorrido dentro de una serie de tres viajes donde bosques y dehesas, incluido el humo alegre de las chimeneas, se agarran con firmeza al volante.

Carretera paisajística La Vera - Jerte - Cáparra

La carretera paisajística entre la comarca de La Vera, el Valle del Jerte y la milenaria Cáparra se yergue como protagonista de un recorrido variopinto de alto valor natural, cultural y patrimonial con los que tomarse las cosas con calma. Y saber tan sólo cuando se empieza pero no cuándo se termina. ¿Qué importa, acaso? Para una ruta de este tipo el ritmo sólo lo decides tú.

Recordando el viaje anterior y cuál es el motivo del proyecto turístico «carreteras paisajísticas de Cáceres».

Hace algunos días os mostraba la ruta por la carretera paisajística entre el Valle del Jerte y el Valle del Ambroz. Un recorrido de casi cincuenta y tres kilómetros que serpenteaba por la Vía de la Plata, la judería de Hervás, los castaños y robledales del Valle del Ambroz en pleno otoño, hasta bajar al corazón del Valle del Jerte desde el Puerto de Honduras. Y del cual os conté alguno de los principales hitos que encontrar a lo largo y ancho de tan singular recorrido.

La subida al Puerto de Honduras desde Hervás fue una de las mejores partes de la carretera paisajística Jerte-Ambroz (Cáceres)

Antes de llevarlo a cabo con el segundo capítulo de esta serie de tres rutas, me gustaría volver a recordar la razón de ser de las carreteras paisajísticas de la provincia de Cáceres. Y es que este bonito proyecto alienta un modo de volver a promulgar el placer de viajar lentos, abrazando al entorno natural así como entender a «la carretera como elemento de valor paisajístico y medioambiental». De ahí que la Diputación de Cáceres proyectara el diseño y señalización de, hasta el momento, ocho recorridos por determinados paisajes con mucho contenido. Las comarcas de Sierra de Gata o de Las Hurdes, las reservas de la biosfera de Monfragüe o el Parque Transfronterizo Tajo Internacional, el Geoparque Mundial de la UNESCO Villuercas-Ibores-Jara así como los valles del Jerte y el Ambroz, sin olvidar a la comarca de La Vera o a Tierras de Granadilla, forman parte de este conjunto de carreteras secundarias desde las cuales los turistas venidos de cualquier parte pueden conectar con el entorno que les rodea y, por supuesto, utilizar estas carreteras para fundamentar sus itinerarios por la provincia de Cáceres.

Árboles con niebla en carretera paisajística de Cáceres

Todo ello con su señalización/cartelería más adecuada, la disposición de paradas, merenderos, miradores e información accesible que permite interpretar el entorno por el que uno se está moviendo.

CARRETERA PAISAJÍSTICA CÁPARRA-JERTE-LA VERA

  • Distancia a recorrer: 69 km.
  • Carreteras que forman parte de la ruta: CC-11.2, CC-11.1, CC-94, CC-51, CC-86, CC-105, CC-141, CC-17.5, CC-17-4, CC-17.3.
  • Municipios principales que toca la carretera paisajística: Villar de Plasencia – Cabezabellosa – El Torno -Casas del Castañar – Cabero – Piornal – Garganta la Olla – Jaraíz de la Vera.
  • Claves del recorrido: Bosques caducifolios de robles y castaños (además en otoño), ruinas romanas, grandes miradores, cerezos, Piornal y su tradición de Jarramplas, la cara occidental de La Vera, la arquitectura popular de Casas del Castañar y de Garganta la Olla, museo del pimentón en Jaraíz de La Vera..
  • Mes de realización de la ruta: Noviembre de 2022. Coincidente con la Otoñada en el Valle del Jerte.
  • Jornadas invertidos en la ruta: 1 día.
  • Más información en: www.turismocaceres.org.
  • Relatos de otras carreteras paisajísticas de la provincia de Cáceres.

La carretera paisajística entre La Vera, el Valle del Jerte y Cáparra, se puede realizar, como no podría ser menos, en el sentido que se desee. En mi caso inicié el recorrido en la antigua ciudad romana de Cáparra (Trasierra – Tierras de Granadilla) para acceder al Valle del Jerte por El Torno, subiendo hacia Piornal y bajando con el objeto último de encontrarme con la comarca de La Vera. De ahí que por lo que el orden de los hitos de la ruta aquí mostrados tendrán en cuenta el viaje realizado.

Sele señalando el cartel de carretera paisajística de Cáceres

Algunas paradas esenciales de la carretera paisajística entre Trasierra -Tierras de Granadilla, el Valle del Jerte y La Vera

Ciudad romana de Cáparra

A 110 millas romanas al norte desde Emérita Augusta o, lo que es lo mismo, Mérida, se sitúa una ciudad de pleno derecho en la ruta de la Vía de la Plata. Cáparra se trató de un enclave esencial para esta ruta comercial durante la época del Imperio romano. Se puede contemplar el trazado de la Vía de la Plata que éstos levantaron o, bien seguir los restos a un lado y otro de su cardo y decumano, así como imaginar la grandiosidad de foro, el templo dedicado a Júpiter e incluso aplaudir al silencio de un anfiteatro donde miles de años atrás se ofrecían diversos espectáculos como la lucha de gladiadores.

Vía de la Plata a su paso por la ciudad romana de Cáparra (Tierras de Granadilla, Cáceres)

Aunque, sin lugar a dudas, el elemento arquitectónico más asombroso de Cáparra, yacimiento arqueológico a medio camino entre Oliva de Plasencia y Guijo de Granadilla, es su tetrapylum, un arco con cuatro puertas que centralizaba el paso de los transeúntes. Y que, de seguro, está entre los mejores conservados del mundo romano.

Tetraplyum de Cáparra (Cáceres, Extremadura)

Cáparra se considera uno de los rincones principales que visitar en Tierras de Granadilla. Tiene a Plasencia a 20 km al sur, la propia Granadilla con su castillo apenas a 30 km al norte, la carretera paisajística entre el Valle del Ambroz y el Valle del Jerte a menos de 15 km. Pero en nuestro caso, continuamos hacia Villar de Plasencia para acceder al Valle del Jerte desde Cabezabellosa y así seguimos la carretera paisajística que nos compete en estos momentos.

Villar de Plasencia

Villar de Plasencia constituye, en realidad, el inicio oficial de la carretera paisajística que une Trasierra – Tierras de Granadilla, Valle del Jerte y La Vera. Puesto que es entonces cuando surgen los primeros carteles que nos aparecen a uno y otro lado de la vía. Momento, por tanto, de olvidarnos de la llanura imperante hasta ahora e iniciar la subida a Cabezabellosa. En los dominios de la estrecha carretera CC-94 los trazos se asemejan a los lomos de una serpiente un tanto inquieta caracterizada por una interminable curvatura que sólo sabe mirar hacia arriba.

Villar de Plasencia (Cáceres, Extremadura)

Enseguida uno se topa con un primer mirador (con algunas mesas de madera) que permite disfrutar de unas amplias vistas hacia la Vía de la Plata.

Mirador del Cerro del Búho de Cabezabellosa

Pocos kilómetros sumados al anterior punto, justo antes de llegar a la localidad de Cabezabellosa, se puede subir a un nuevo mirador. Bueno, no es que se pueda, es que resulta imprescindible. Para algunos el Mirador del Castillo, para otros el del Cerro del Búho, mientras que para los oriundos de la zona siempre será el Mirador de Cabezabellosa. No importa tanto el nombre sino el resultado final. Pues éste permite a través de unas pasarelas de acero y vidrio acariciar un paisaje soberbio de montañas donde se contemplan el Valle del Ambroz, el embalse de Gabriel y Galán, Tierras de Granadilla, Sierra de Francia-Peña de Francia (ya en la provincia de Salamanca), el Puerto de Sangamello, Pico El Gordo, Vegas del Valle del Alagón, Sierra de Gata, Las Hurdes, el yacimiento arqueológico de Cáparra  y, en días claros, incluso las sierras de Portugal. Su cota, 870 metros de altitud. Y, para los aficionados al parapente, un célebre emplazamiento, pues desde el cercano pico Pitolero (1.352 metros de altitud) se lanzan quienes practican tan adrenalítico deporte.

Mirador del Cerro del Búho de Cabezabellosa (Carretera paisajística de Cáceres Jerte-Cáparra)

Uno de los principales hitos de la carretera paisajística donde detenerse con tiempo (y en diversas ocasiones, si es posible, para apreciar los cambios ejercidos por la luz), pues en esta atalaya las panorámicas quitan el hipo.

Árbol singular: Roble del Acarreadero

Pasado el pueblo de Cabezabellosa, aunque sin abandonar del todo su término municipal, en la finca privada de El Romanejo (aunque se puede acceder por un portón) se alza el mayor roble melojo de toda Extremadura. Con nada menos que quinientos años de antigüedad, casi veintiún metro de altitud y, aquí lo más asombroso, treinta y un metros de diámetro de copa. Se calcula que podría dar sombra a en torno un millar de ovejas, aunque realmente nadie lo ha probado hasta el momento. Sea como sea, este rebollo (nombre científico Querqus Pyrenaica) está catalogado como árbol singular y tanto él como sus alrededores, son dignos de un paseo donde impregnarse de naturaleza y soledad.

Roble del Acarreadero (Cáceres, Extremadura)

Con las nieblas propias del otoño y el invierno, toda la zona alcanza perfiles típicos de una película de Tim Burton. De esas con caballeros sin cabeza y personajes sombríos que sólo la imaginación de un genio puede fabricar.

El Torno

Bajo otro reguero de curvas es momento del descenso. A otro valle. A otro planeta. El Valle del Jerte me recibe a los pies de la localidad de El Torno, un balcón privilegiado desde el cual una conjunción de casas de granito y fuentes casi en cada calle, se abrazan con un vasto océano de vistas. Las noches estrelladas en el municipio se viven como una clase magistral de astronomía, pues en pocos lugares recuerdo leer tan nítidamente los cielos. Amparado por una red de senderos serranos, que bien llevan a tumbas antropomorfas de la Edad del Hierro o a chozos pastoriles sin más fecha que la de la propia memoria de los campesinos, El Torno vigila todo lo que sucede en el valle cual antigua atalaya.

El Torno (Valle del Jerte, Cáceres)

Dormir en El Regajo, puro glamping en el Valle del Jerte

Para la ocasión decidí hacer pernocta en uno de los chozos acristalados de El Regajo (www.glampingelregajo.com), una de las mejores opciones de alojamiento posibles en el Valle del Jerte. Sus habitaciones, que recrean aquellos lugares donde se resguardaban los pastores, permiten empaparse de montañas, cerezas, puestas de sol y estrellas a través de un cristal que domina la mitad de la construcción. Puede sonar exagerado, pero las vistas más increíbles tocan incluso las suaves sábanas de un hospedaje absolutamente encantador. Ideal para disfrutar en pareja, porque además de panorámicas hay jacuzzi exterior (que funciona todo el año) y el romanticismo impregna cada centímetro del cuarto.

Choza de El Regajo (El Torno, Cáceres)

Cerro «Mirador de la Memoria»

Bajando por El Torno hacia la N-110 sorprende enseguida un mirador donde el arte escultórico se sube a las rocas para recibir un nuevo día. El conocido como «Mirador de la Memoria», además de un empacho de vistas panorámicas inigualables del Valle del Jerte así como la Sierra de Tormantos, alza melancólicas esculturas de una mujer, dos hombres jóvenes y un anciano con los cuales se pretende homenajear a los olvidados por la Guerra Civil y el periodo franquista. Una obra de Francisco Cedenilla Carrasco cargada de emotividad que imprime su propio mensaje dentro de uno de los entornos más arrebatadores del valle.

Mirador de la memoria en el Valle del Jerte (Cáceres)

Mirador de la Memoria (El Torno, Valle del Jerte, Cáceres)

Casas del Castañar

Saludo por unos breves instantes a la N-110 tras dejar atrás la Piscina Natural Charco Del Puente Del Torno. Pero nuestra carretera paisajística toma otro sentido. La CC-86 pasa a ser mi aliada hasta alcanzar la población de Casas del Castañar. Su propia etimología parece toda una declaración de intenciones pues, aunque esta es una zona muy famosa por sus cerezos, los bosques de castaños y robles han regido el área desde hace miles de años. Hoy día una de las rutas de senderismo más célebres e interesantes de Casas del Castañar empieza por la conocida como Era de San Bernabé y termina en castaños centenarios con nombres sugerentes como Escondelobos. Un filón éste para los trekkings en cualquier época del año, aunque cabe reconocer que el empeño de la estación otoñal en tejer una gruesa alfombra de hojas tiene su aquel.

Ruta de los castaños en Casas del Castañar

Vale la pena detenerse en el propio pueblo, más allá de llevar a cabo alguna ruta a pie por sus eras y bosques. Pues el cogollo irregular que forma el casco viejo de Casas del Castañar atesora buena parte de la arquitectura popular de la comarca, a tenor sus corredores porticados, sus balcones de madera y callejones que parecen túneles donde cuando llueve los regueros se convierten en ríos intermitentes.

Casas del Castañar (Valle del Jerte, Cáceres)

Cabrero

Para ascender hasta Piornal, el municipio más elevado no sólo de Cáceres sino de toda Extremadura, hay que continuar por una hermosa carretera panorámica la cual, a partir de Cabrero, se radicaliza en su desnivel. De hecho, se deben alcanzar los 1175 metros de altitud. Cabrero se sitúa a 700 metros sobre el nivel del mar. Sus cerezos anteceden a un bosque hermético, pero mantiene la suavidad de sus formas completamente visibles desde el conocido como «Mirador de la Cabra», otro de los hitos de un roadtrip repleto de paradas donde clavar la vista en un seductor paisaje.

Paisaje otoñal con cerezos en Cabrera (Valle del Jerte, Cáceres)

Piornal

De mirador a mirador y tiro porque me toca. A las puertas de uno de esos pueblos singulares en todos los sentidos uno puede desandar lo andado con los ojos, pues el «Balcón del valle» no osa arrebatar detalle alguno. El Torno se aprecia en la lejanía cual aldea gala. Pero si existieran en realidad personajes como Astérix y Obélix, éstos vivirían en Piornal, uno de esos lugares que resiste a ser como los demás. Los piornalegos nacen, no se hacen, aseguran los oriundos de un enclave que va más allá de cualquier tipo de emplazamiento físico. No debemos tratar de entenderlo sino de valorar que la personalidad de sus habitantes es precisamente la que mide los dones de un pueblo encaramado en plena Sierra de Tormantos y que mira de reojo, por un lado, a la profunda grieta del Valle del Jerte y, por el otro, a la comarca de La Vera.

Balcón del Valle en Piornal (Valle del Jerte, Cáceres)

Ser de Piornal es vivir rodeado de bosques y de nieblas, dormir a la fresca aún en pleno verano. Pero, ante todo, ser de Piornal es saber que cada 19 y 20 de enero, por las Fiestas de San Sebastián, hay que estar tirando nabos a Jarramplas, una criatura con máscara de efigie monstruosa y coraza con cintas de colores cuyo origen real se pierde en festejos paganos más propios de la época prehispánica. Puro sincretismo religioso y cultural donde dejar atrás toda energía negativa a través de una persecución sin cuartel. El museo de Jarramplas (C/ Hogar, 2) explica a la perfección esta tradición que, además, es Fiesta de Interés Turístico Nacional. Pero nada mejor que poder presenciarlo en vivo y en directo cuando el invierno golpea con más fuerza aún si cabe, que miles de kilos de nabos lanzados sobre un traje que se elabora año tras año y que constituye uno de esos tesoros de carácter ancestral que jamás debería perderse.

Museo del Jarramplas en Piornal (Cáceres, Extremadura)

Piornal además cuenta con una interesante ruta de arte urbano con más de una veintena de fachadas pintadas con distintos motivos. Unos más abstractos y otros más definidos, como los dedicados al propio Jarramplas o a la elfa Arwen (De la saga El Señor de los Anillos) apuntando con su arco. Un paseo sencillo y enriquecedor que, además de los murales, permite recorrer a fondo el callejero del municipio.

Ruta de las fachadas pintadas de Piornal (Cáceres, Extremadura)

Descenso de Piornal a Garganta la Olla (Del Valle del Jerte a La Vera)

Llega la que, bajo mi humilde opinión, es la joya de la corona de esta carretera paisajística. Más de 17 kilómetros de trazado para realizar un desnivel de más de 700 metros y dejar atrás el último enclave del Valle del Jerte para alcanzar Garganta la Olla y, por tanto, disfrutar de una nueva comarca en la ruta como es La Vera. Bosques impenetrables, cascadas, ríos y gargantas brotando por doquier. He aquí el hermetismo de un paisaje abrumadoramente frondoso y solitario hasta el extremo, pues no me crucé con un solo vehículo en una travesía que aseguro hice de manera pausada. Pues no me deseaba en absoluto llegar a mi último destino más pronto que tarde, dado que me temo que soy de degustaciones lentas y digestión tardía. Precisamente lo que venía buscando con la ruta que hoy nos compete, olvidarme de cualquier ápice relacionado con la prisa.

Carretera paisajística entre Piornal y Garganta la Olla (Cáceres, Extremadura)

Para más inri, las neblinas piornalegas dejaron paso a tibios rayos de sol atravesando el ramaje ocre, rojo y amarillo, dotando al bosque de una soberbia melodía cromática. Garganta la Olla permanecía ahí abajo, en su soledad extrema, resistiéndose a dejar de ser una maqueta medieval entre bancales y arroyuelos. Porque, por mucho que alentara mi descenso, seguía divisándola minúscula, incluso inalcanzable.

Paisaje de la carretera paisajística entre el Valle del Jerte y la Comarca de la Vera (Cáceres, Extremadura)

El asfalto zigzagueante no cesaba en mi empeño de parar a las mínimas de cambio. De presenciar pequeñas cascadas o seguir con la mirada arroyuelos arropados por las últimas lluvias que por fin habían empapado a ese lado de Cáceres fecundo y de una gran exuberancia.

Cascada en la carretera paisajística de Cáceres La Vera - Jerte - Cáparra

En el Mirador la Lancha hice un inciso, aunque el día era tan ventoso que no pude aprovechar las mesas de madera allí situadas para permitirse un almuerzo con vistas que alcanzan no sólo La Vera sino los Montes de Toledo.

Y logré alcanzar Garganta la Olla…

Garganta la Olla (Cáceres, Extremadura)

Garganta la Olla y la Casa de las Muñecas del séquito de Carlos V

Una localidad hermosísima, con Historia en cada parte de su empedrado, bancales alrededor y numerosas piscinas naturales que la convierten en uno de los destinos más apetecibles de la comarca de La Vera. Garganta la Olla es un regalo dentro del itinerario, un soplo de aire fresco, rayos de sol y aroma a chimenea. Sin duda uno de los escenarios que más me deleitan de este municipio es la conocida como Casa de Muñecas (C/ Chorrillo, 3), con una hipnótica fachada azul y una escultura de una mujer con falda de picos en la puerta. Nada menos que un lupanar del siglo XVI nacido tras la llegada de Carlos V y su séquito para retirarse en el cercano Monasterio de San Jerónimo de Yuste. Y donde hoy día, además de vivienda, se utiliza para adquirir productos típicos tanto de La Vera como de otras comarcas aledañas.

Casa de muñecas en Garganta la Olla (Comarca de La Vera, Cáceres)

Jaraíz de la Vera. Fin de trayecto.

Bien podría seguir, como ya hice apenas un par de años antes, la carretera hacia el monasterio, presentar mis respetos a «La Serrana» en el mirador que lleva su nombre y llegar hasta Cuacos de Yuste, uno de los pueblos con mayor encanto de cuantos atesora La Vera, pero restan siete kilómetros para culminar la carretera paisajística que me había propuesto acometer. Y en Jaraíz de la Vera, el pueblo de más tamaño de la comarca, puse el punto y final a la ruta. Tras admirar la piscina natural «El lago», muy concurrida durante los cálidos estíos jaraiceños, detuve el vehículo frente al interesante Museo del Pimentón de Jaraíz de la Vera en el número 7 de la Plaza Mayor. El legado institucional y cultural de un condimento que aporta personalidad a los platos para vestirlos de la sabrosa Extremadura.

Continuará….

Sele

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Autor: Sele
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