Caminar por las calles de Bilbao significa encontrarse con sorpresas como este barrio que parece Notting Hill, el famoso distrito de Londres. Sus coloridas casas nada tienen que ver con la arquitectura típica de su casco viejo ni con la sofisticación de ese Bilbao más moderno que representan edificios como los del Museo Guggenheim o la Torre Iberdrola. Y es que este lugar es especial, pero no solo por su aspecto singular, sino también por su historia.
Un arcoíris en el corazón de Bilbao
No hay que alejarse mucho del centro para llegar a este barrio que más parece un escenario cinematográfico que una zona residencial del norte de España. Iralabarri es una explosión de colores, una sucesión de fachadas verdes, naranjas, amarillas o azules que muchos recuerdan a las de ese otro barrio londinense con el que se compara.
Esas fachadas son las de pequeñas casas adosadas ya centenarias que han sobrevivido al paso del tiempo ya la especulación urbanística. Muchas de ellas sucumbieron en los años 70 y 80, pero las que quedaron dan forma a uno de los rincones menos conocidos de Bilbaopero también más fotogénicos y encantadores.
Esas hileras de casas se extienden especialmente en tres calles: Baiona, Kirikiño y Zuberoa. Su arquitectura tiene un evidente aire anglosajón.pero no hace falta fijarse mucho para descubrir influencias de la arquitectura típica vasca y también algún detalle modernista, muy de la época en la que se construyeron.
Esas viviendas se edificaron con todas las comodidades para dar cobijo a los trabajadores de una panificadora. Los arquitectos Federico de Ugalde y Enrique Epalza diseñan casas modernas que detrás de esas singulares fachadas contaban con dos o tres habitaciones, salón, cocina y baño.. Todo un lujo para la clase obrera de principios del siglo XX.
Iralabarri, un ambicioso proyecto inmobiliario
La historia del barrio es tan particular como su aspecto y en ella. Hay un protagonista: Juan José Irala.. Este empresario montó una panadería, el negocio prosperó y años después creó la fábrica Harino-Panadera. La dotó de la maquinaria más moderna del momento y consiguió posicionarla como la mejor de España.
La fábrica necesitaba obreros. Y esos obreros necesitaban casas dignas, según las teorías higienistas de la época, que apostaban por la salubridad de las ciudades y unas condiciones de vida más dignas para las personas. Con esta idea, y con el concepto de ciudad-jardín en mente, Irala adquirió los terrenos cercanos a la fábrica y fundó la Sociedad Anónima Inmobiliaria..
En apenas diez años, en 1916, el barrio era ya una realidad. Un barrio que tenía 15 calles y en el que en 1920 vivían cerca de tres mil personas. Los trabajadores de la fábrica no tenían que desplazarse kilómetros para trabajar y podían vivir no solo en casas dignas, también más baratas que las del centro de la ciudad.
Pero el proyecto que ideó Irala era mucho más ambicioso que algunos bloques de viviendas y casas adosadas con jardín y huerto. De hecho, inclusión en sus planos la construcción de toda una red de serviciosdesde escuelas y centros sociales a iglesia, economatos o incluso una línea propia de tranvía.
Han pasado más de cien años y sigue siendo uno de los barrios más coloridos de Españapero Iralabarri ha cambiado mucho. Ya no huele en él a pan recién hecho, aunque sus habitantes siguen siendo mayoritariamente obreros.. Y ha crecido y multiplicado su población, pero a costa de sacrificar muchas de las construcciones originales en beneficio de edificios más modernos, aunque con menos alma.
La gran ciudad engulló al barrio de Irala y durante décadas permaneció oculto, casi olvidado. Pero la peculiar imagen de esos arcoíris que forman sus fachadas y las redes sociales le han vuelto a dar relevancia. De hecho, hoy es uno más de los muchos atractivos que esconde la ciudad de Bilbao.
Qué ver en el barrio de Irala
El barrio de Irala se alza en la margen izquierda de la Ría de Bilbaono muy lejos del centro, apenas un par de kilómetros. Es un barrio de calles empinadas en las que hay que pasear sin prisas.. Una calma imprescindible no tanto para evitar el cansancio como para deleitarse con cada detalle y sumergirse de lleno en su historia y en esa esencia que no ha perdido del todo.
De hecho, Iralabarri son más que fachadas de colores y acento. británico. Son también murales que muestran lo mejor del arte urbano. y hijo tabernas tradicionales en las que tomarse un pintxo. Y, aunque ya no se elabora ese pan que le dio vida, aún se mantiene en pie uno de los edificios de la vieja fábrica de pan, el de la molienda. Es un edificio de hormigón armado en cuyo interior se conserva buena parte de la maquinaria original que se empleó durante años para elaborar la harina.
Pero no muy lejos del Iralabarri, en el vecino barrio de Miribilla, es posible admirar algunos edificios de ese Bilbao mucho más modernos. Por un lado, el Bilbao Arena, uno de los palacios de deportes más vanguardistas de España. Por otro, el Frontón Bizkaia, auténtico templo de un deporte tan popular en el País Vasco como es la pelota mano.
Autor: Sonsoles Jiménez González
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