Un gigante insomne que dibuja el camino entre el cielo y el océano. Algo tiene el faro de Chipiona que encandila. Que enamora. What deja un recuerdo imborrable en los ojos del visitante. Y no es para menos. Bajo el manto de vigilante discreto se esconde el faro más alto de España y el quinto más alto del mundo. No solo eso, sino que el paisaje que lo acompaña no podría ser mejor.
Ubicado en el pintoresco pueblo de Chipionaeste faro ha visto crecer a generaciones de pescadores, soldados, artistas de la copla, artesanos, paseantes nocturnos y niños de niños. que jugaban en sus alrededores. Su puesta en marcha resultó un alivio para los barcos que deseaban cruzar los fondos rocosos del Guadalquivir. Incluso hoy en día sirve de guía para los aviones que sobrevuelan la zona. Desde su linterna se divisa el azul intenso del Atlánticoel cauce del río y el cálido rostro de Huelva.
El faro más alto de España: 158 años de historia
La historia del faro de Chipiona comienza como todas las historias, con una premisa. En este caso, la de guiar el camino de los barcos que se adentraban en la desembocadura del río Guadalquivir, antiguamente conocido como el Betis. En el año 1847, bajo el reinado de Isabel II, se llevó a cabo el Plan de Alumbrado Marítimo. capitaneado por el primer ministro O’Donell con el fin de arrojar luz sobre las costas españolas. Así, en 1863 se colocó la primera piedra que inauguraría los 69 metros de altitud que posee la torre.
El diseño corrió a cargo del arquitecto Jaime Font durante los cuatro años que duro la obra. Aunque en un inicio se construyó pensando en el tráfico marítimo, poco a poco fue ganando protagonismo el aéreo. De hecho, gracias al gran alcance de su luz, el gobierno de Estados Unidos financió el acristalamiento del techo con el fin de que sus aviones militares tuvieran una guía en el cielo. Desde ese momento se inscribió dentro de los 20 faros aeromarítimos de España.
Según cuentan algunos historiadores, el Faro de Chipiona solo se ha apagado dos veces desde su inauguración en 1867. La primera tuvo lugar durante la guerra contra Estados Unidos por la independencia de Cuba. El lugar se apagó por una posible invasión a las costas gaditanas. La segunda vez fue al inicio de la Guerra Civil y su apagón duró tres años.
Camino al faro de Chipiona
El pueblo de Chipiona sorprende por tres cosas. La primera por el encanto de las casitas blancas junto a la playa. La segunda, por la majestuosidad de su catedral y su castillo rehabilitado. Y la tercera, por albergar a un elegante gigante de piedra que no pasa desapercibido por ninguno de sus ángulos.
El acceso al faro de Chipiona es muy sencillo. Basta con disfrutar de un agradable paseo por el puerto para encontrárselo. Entre los corrales de pescadores, las vibrantes olas del océano y los bares de tapeo. se alza la joya de la corona, y nunca mejor dicho.
Descifrando los secretos del faro de Chipiona
Visitar el faro de Chipiona es una de esas experiencias imprescindibles que hay que hacer al menos una vez en la vida. Un pequeño claustro de colores crema recibe al visitante. En sus paredes se pueden apreciar mapas pequeños y carteles explicativos sobre cómo funciona la señalización marítima. Un dato curioso de esta primera estancia es que posee cuatro grandes maceteros que fueron donados por la reina Isabel II durante su construcción. En la planta superior se puede acceder a la vivienda del farero.
Aquí viene lo realmente interesante. La subida a la torre donde se encuentra la linterna requiere de cierto tipo de valentía. Una imponente escalera de caracol de nada menos que 344 escalones. conduce hacia el último recoveco de esta maravilla arquitectónica.
Durante la subida se encuentran algunas ventanas que se convierten en la mejor excusa para realizar un pequeño descanso mientras el paisaje se va haciendo cada vez más panorámico. Una vez en la cúpula, las vistas son realmente espectaculares.. El pueblecito de Chipiona se combina con un Atlántico de aguas tranquilas y las tierras lejanas de Huelva.
Los 344 escalones dan para mucho. Una de las curiosidades más famosas del monumento son sus tradicionales competiciones de subida a la linterna. Si. Así. Sin preámbulos. La Carrera Vertical Faro Chipiona se organiza de manera anual y consta en 40 equipos formados por cuatro personas que compiten subiendo y bajando las escaleras de la atalaya y corriendo 450 metros lisos al final de la bajada. Un deporte tradicional, cuanto menos, curioso.
La perla de Chipiona
Que el faro tiene una ubicación inmejorable se sabía. Pero que encima se encuentra en uno de esos pueblecitos andaluces que contiene toda la esencia de la comunidad es algo que, cuando se descubre, es un auténtico regalo. Chipiona es conocida por los corrales de pescadores, pequeñas piscinas naturales que sirven de cebo a algunas especies marítimas de la zona. De hecho, el afable carácter de sus gentes hace que sea muy fácil acompañar a los pescadores en sus labores y conocer de cerca esta actividad tradicional.
Otras joyas imprescindibles para conocer son el imponente castillo de chipionareconvertido en hotel, la catedral de Nuestra Señora de Regla, el monasterio y las pintorescas placitas del casco antiguo donde es obligada la copita de moscatel y el tapeo aderezado con los productos de la zona. Todo un placer para los sentidos.
La magia de la costa andaluza
Muy cerca de este pintoresco pueblecito se ubican otros que merecen mucha la pena visitar. como rota, Sanlúcar de Barrameda y Puerto de Santa María. A menos de una hora en coche se encuentra la maravillosa ciudad de Cadiz, considerada como la ciudad más antigua de occidente. En cuanto a playas cerca de Chipiona, destacan la de las Tres Piedras, la de Las Canteras y la de Montijo. Arenales infinitos en los que un descanso después de subir 344 escalones es más que merecido.
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Autor: Sara Monge
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