Teruel es la promesa de un sinfín de rincones de excepcional belleza. Es una provincia inmerecidamente desconocida que conserva un notable patrimonio histórico y una riqueza natural y paisajística envidiables.. Cada paso en ella es una sorpresa que despierta los sentidos y remueve las emociones. Las maravillas de Teruel son muchas y las que vamos a visitar son solo una muestra de los infinitos encantos de esta provincia aragonesa.
Arquitectura mudéjar, una de las maravillas de Teruel
Ladrillos colocados de tal forma que los muros parecen bordados, formas geométricas que se entrelazan hasta el infinito y una colorida cerámica vidriada que crea juegos de luces asombrosos. Es la esencia de la arquitectura mudéjar aragonesa, una joya que es Patrimonio de la Humanidad y que en la ciudad de teruel alcanza su expresión más sublime.
Ese arte elaborado se aprecia como en ningún otro sitio en la torre, el cimborrio y la techumbre de la catedral de teruel. Otros magníficos ejemplos son las torres de las iglesias de San Pedro, de San Martín y del Salvador. Estos dos últimos son muy parecidos y, según la leyenda, el motivo de su construcción fue una rivalidad por amor. Queda por mencionar otro rincón fabuloso, aunque bastante más moderno: la escalinata del paseo del óvalo.
Maravillas en piedra: la Teruel medieval
El Castillo de Peracense, una fortaleza roja
Decir que el Castillo de Peracense se integra en el paisaje es quedarse lejos de la realidad. Esta fortificación con 800 años de historia realmente se funda con su entorno.. Se mimetiza hasta tal punto con él, que en ocasiones es complicado adivinar su silueta desde la lejanía. Esa peculiaridad hace que sea uno de los castillos más singulares de Aragón.
Es discreto solo en apariencia, puesto que lo que se descubre al acercarse a él es una construcción magnífica. Se alza en la prolongación de un promontorio rocoso de piedra rodena, la misma que se empleó para construir sus tres recintos concéntricos. Esta es una piedra autóctona inconfundible por su color rojizode ahí que a este soberbio castillo se le conozca también como la ‘fortaleza roja de Teruel’.
Los pueblos de la ‘Toscana española’
A la comarca del Matarraña se la compara con otra situada a muchos kilómetros y en otro país. Ambas comparten que esconden paisajes idílicos y pueblos medievales encantadores. En esa’Toscana española‘, inevitablemente, hay que mencionar Valderrobres, su capital. El viejo puente de piedra da la bienvenida a una localidad que propone un viaje en el tiempo, con rincones que aún recuerdan viejas historias y callesjuelas que llevan al imponente castillo que se alza sobre ella.
comparten territorio Calaceita, Cretas o Peñarroya de Tastavins, localidades más modestas, pero igualmente interesantes. No acaba aquí la lista de los pueblos medievales que salpican la provincia. En otra comarca, en el Maestrazgose descubren Villarluengo, Cantavieja o Mirambel; y en Gúdar-Javalambre, Mora de Rubielos y su antítesis, Rubielos de Mora. Cada uno de ellos, a su manera, es una de esas maravillas de Teruel que merece la pena descubrir.
Albarracín, uno de los pueblos más bonitos de España
Albarracín goza del privilegio de situarse en los puestos de cabeza de la lista de los pueblos mas bonitos de españa y por eso merece un capítulo aparte. Su casco histórico está abrazado por una profunda hoz del río Guadalaviar. y por una muralla espectacular y kilométrica. Pero hay que perderse por unas callesjuelas empinadas ya veces laberínticas para descubrir la auténtica esencia de este pueblo que fue capital de un reino de taifas.
Albarracín conserva la modesta belleza de la arquitectura popular de muros de mampostería y entramados de madera. De su pasado más esplendoroso conserva su Plaza Mayor, un rosario de casonas nobiliarias, la catedral o el Palacio Episcopal, entre otros edificios destacados. Y de aquellos tiempos de batallas y conquistas quedan no solo las murallas, también el viejo alcázar. Un conjunto que da forma a una de las postales más bellas y reconocibles de Aragón.
Maravillas naturales de Teruel
Geoparque del Maestrazgo, el gran tesoro de Teruel
Cuatro monumentos naturales en su territorio dan fe de la singularidad del Geoparque del Maestrazgo. En él, millones de años de historia geológica se abren ante la vista en forma de paisajes que hacen enmudecer. El agua es uno de los grandes protagonistas, agua que fluye y ha dado forma a tres de esos monumentos: las Grutas de Cristal, el Puente de la Fonseca y el nacimiento del rio pitarque. El cuarto monumento son los Órganos de Montoro, un lugar donde las agujas rocosas que se elevan hacia el cielo adquieren proporciones épicas.
El geoparque guarda otros tesoros, como el Parque Geológico de Aliaga, el primero de estas características en España; o como el Parque Paleontológico de Galve, donde se pueden rastrear las huellas de los dinosaurios que vivieron en estas tierras hace millones de años. Todo ello sin olvidar otras huellas bien diferentes, las que dejaron nuestros ancestros en forma de un extraordinario patrimonio de arte rupestre.
La Rambla de Barrachina, el ‘Cañón del Colorado aragonés’
Podría parecer un escenario del Lejano Oeste o incluso un paisaje alienígena, pero está en Teruel. La Rambla de Barrachina es un pequeño desierto de colores anaranjados, paredes verticales y profundos desfiladeros. La suya es una postal tan inesperada como cautivadora, sobre todo cuando el sol comienza a ocultarse en el horizonte y el paisaje adquiere tintes casi oníricos.
A pesar de su extraña belleza y de que está a solo 5 kilómetros de la capital, es una de las maravillas de Teruel que pocos conocen. Gracias a ello, es posible disfrutarla recorriendo un sendero circular sin más compañía que la de los buitres que anidan en sus escarpadas paredes.
La Sima de San Pedro, un pozo sin fin
La Sima de San Pedro, en Oliete, es un tesoro de enorme valor geológico, pero una simple vista más parece la entrada al inframundo. Es una herida inmensa en el terreno con un diámetro de 90 metros en su parte más anchaparedes que parecen cortadas a cuchillo y, en el fondo, una laguna de la que ni siquiera se adivina el fondo.
El agua que ha erosionado con infinita paciencia el terreno durante millones de años ha conseguido algo más que dar forma a uno de los paisajes más singulares de Teruel, ha proporcionado vida a un lugar aparentemente inhóspito. Esta sima de origen kárstico cuenta con un ecosistema propio con decenas de especies animales y vegetales que hacen de ella una de las dolinas más valiosas de Europa.
El salto de La Portellada, rincón idílico
El Tastavins es un río pequeño, un afluente del Matarraña que en el término de La Portellada se precipita desde 20 metros de altura en una cascada que muere en una poza de aguas cristalinas y de un profundo color turquesa. Es una postal idílica que despierta los sentidos y en cuya belleza es posible sumergirse de forma metafórica y también física con un más que refrescante chapuzón.
No muy lejos de esa cascada se esconde otra de las pequeñas maravillas de Teruel, los estrechos del río Ebrón. Allí se descubre un rincón donde el agua también es protagonista, aunque en este caso discurre por un desfiladero. La magia del recorrido no se encuentra solo en la belleza del paisaje, sino en que parte de él discurre por pasarelas colgadas sobre el mismo río.
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Autor: Sonsoles Jiménez González
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