¿Te imaginas vivir en una aldea donde el tiempo se detuvo hace medio siglo? Esa es la historia del Acebuchal, un pequeño pueblo de la provincia de Málaga que fue abandonado por sus habitantes en los años 50. Durante décadas, el Acebuchal quedó en el olvido, hasta que dos de sus antiguos moradores decidieron volver y restaurar sus casas con sus propias manos. Así nació el milagro del Acebuchal, un lugar donde se respira paz, historia y naturaleza.
El Acebuchal está situado en el corazón del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, a unos 16 km de Frigiliana y a unos 25 km de Nerja. Para llegar hay que tomar una carretera de montaña sin asfaltar, pero el paisaje merece la pena. El entorno es espectacular, con montañas, bosques, arroyos y una gran variedad de flora y fauna. El Acebuchal es un destino ideal para los amantes del senderismo, ya que se encuentra en la etapa 7 de la Gran Senda de Málaga, una ruta circular que recorre más de 650 km por toda la provincia y que tiene 35 etapas. Desde el Acebuchal se pueden hacer varias rutas a pie o en bicicleta, como la que lleva al pico de La Maroma, el más alto de Málaga con 2.065 metros.
Pero lo que más llama la atención del Acebuchal es su historia y su encanto. El pueblo conserva el aspecto tradicional de las aldeas andaluzas, con casas blancas, tejados rojos y calles empedradas. El silencio solo se rompe por el sonido de los pájaros y las campanas de la iglesia. No hay cobertura ni wifi, lo que invita a desconectar y a disfrutar del momento. El pueblo cuenta con una pequeña tienda donde se pueden comprar productos locales, como miel, aceite, queso o embutidos. También hay un restaurante donde se puede degustar la gastronomía típica de la zona, como el cordero al horno, el potaje de garbanzos o los dulces caseros.
El Acebuchal es un ejemplo de cómo el amor y el esfuerzo pueden hacer renacer un pueblo que estuvo a punto de desaparecer. Es un lugar mágico que merece la pena visitar y conocer su historia. Si buscas una escapada diferente, tranquila y rodeada de naturaleza, el Acebuchal te espera.
Texto: Alejandro Manrique